Durango

Alejada y en el olvido la colonia Octavio Paz

Despiertan los vecinos con la ilusión de comer una vez al día; ignoran que hay programas de apoyo

A veinte minutos del Centro Histórico de la capital, en la ciudad en que gobiernos pasados han prometido progreso y desarrollo, al oriente, se esconde la colonia Octavio Paz; en ese lugar, como muchos que se encuentran en el estado, viven familias en extrema pobreza que sólo mantienen la esperanza de vivir y comer al menos una vez al día.

En un recorrido realizado por El Siglo de Durango por esta colonia ubicada al oriente de la ciudad, con aproximadamente cinco años de haberse integrado como resultado de la invasión de los terrenos en donde se encuentra, dos familias tratan de protegerse del frío, el hambre y olvido de las autoridades.

María de Jesús Ríos Ortega, de 23 años y madre de tres hijos; Paloma Jeanette, de cinco años; América Esmeralda, de cuatro años, y Manuel de Jesús, de tres años, integran una familia con ingresos de dinero indefinidos. Sólo tiene recursos económicos cuando a su esposo Manuel lo contratan en una obra.

Esa casa, ubicada en las calles El Arco y Lira, construida de cartón, no es suya, es prestada y la tienen que desalojar el día último de este mes. ¿A dónde irá?, ésa es la misma pregunta que se hacen ella y su esposo.

Comentó que ese cuartito se los prestaron para que permanecieran ahí por un tiempo, ya que no tenían lugar a dónde ir; es un habitación de cartón y lámina, un espacio donde sólo hay una pequeña mesa, una cama, un mueble para los trastes y un bracero donde calienta los alimentos; mientras tanto, en el exterior se puede observar una letrina rodeada de chatarra y basura.

Sus posibilidades de mejorar son remotas. Su hija de tan sólo cinco años de edad no va al jardín de niños a recibir educación preescolar (que es obligatoria) por el simple hecho de que no pudo completar la cuota, además de que el material didáctico que le piden es muy costoso y está lejos de sus posibilidades económicas.

A María de Jesús no le pueden argumentar que la educación es gratuita; tiene las evidencias suficientes para demostrar que no es cierto. De alguna forma, maestros y directivos de estos planteles siempre les exigen materiales a los niños, tal vez con una razón, pero estos artículos pueden representar la diferencia entre comer y quedarse con hambre durante unos días.

Esta madre de familia, que vive entre la suciedad y la basura, no sabe de programas ni de apoyos sociales; ignora su existencia, como también desconoce a las autoridades que la representan en los diferentes consejos para el combate a la pobreza, comisiones de desarrollo y progreso. Saberlo no le ayudará a nada, puesto que los beneficios de esas estrategias ?sociales? no llegan hasta su hogar.

Desconoce los apoyos del DIF y de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), por lo que al saber de estas dos instituciones se mostró interesada, ya que podría obtener ayuda de alguna de estas dependencias.

Al conocer los requisitos que necesitaba cubrir para acceder a algunos programas, comentó que no ha tramitado las actas de nacimiento de sus dos últimos hijos, ya que representan un gasto oneroso y no puede darse ese lujo al carecer del dinero suficiente hasta para la comida.

Su ingreso diario es de 50 pesos

Así como María de Jesús, también se encuentra Manuela Celis Rodríguez, cuyo ingreso diario es de 50 pesos; su esposo trabaja vendiendo dulces tradicionales mexicanos de calabaza, camote, jamoncillos y cocos.

Manuela se endulza la vida al estar al pendiente de sus tres hijos, uno de ellos de 16 años, quien cuenta con una beca de Oportunidades, la cual le ha salvado del hambre y del frío en sus dos cuartos que conforman su casa.

Con mucho sacrificio, Manuela y su esposo han construido los dos reducidos cuartos desde que se instalaron en ese terreno. Desconocen a quién le pertenece, ya que por un tiempo ese lugar será suyo.

Entre ventanas quebradas y conexiones hechizas, con el peligro latente de un corto circuito, Manuela ha comprado una televisión moderna y sonido para escuchar música; eso nunca puede faltar en los hogares de estas familias.

La necesidad de llevar un poco de entretenimiento a su familia la hizo endeudarse en una tienda comercial donde pagó con mucho sacrificio, con su sueldo que tenía como intendente de unas oficinas.

Carecen de un baño y de regadera para bañarse, sólo tienen una letrina que

mantienen limpia, pues de otro modo representaría un foco de infección.

Quieren progresar y encuentran en su hijo mayor una esperanza para salir adelante, ya que es becado y puede llegar a ser más que el jefe de la familia.

A pesar de las temperaturas que se han registrado, no tiene frío. En la habitación se encuentra una cama en donde duermen ?juntitos, pa? no sentir frío?, comenta.

Sus alimentos, no tiene para comprar nada más que frijoles, pero asegura que eso le basta para ser feliz al lado de sus hijos.

Pocas veces puede comprar leche y huevo, pero lo que nunca faltará en la mesa de este hogar serán los frijoles acompañados de té o café.

Tanto María de Jesús como Manuela quieren salir adelante, pero las condiciones no están dadas para ellas, no en estos instantes.

Esta colonia sólo tiene servicio de energía eléctrica, el cual a veces pueden pagar, y también cuentan con agua potable, pero no drenaje.

Carecen de vigilancia policiaca; su colonia es tranquila, no hay malvivientes, ni cholos. Pero aun así, las patrullas ni se asoman.

Como estas historias hay muchas más con las cuales se podrían llenar páginas enteras, y estas dos familias esperan la llegada de una buena noticia, el respaldo gubernamental de quienes los han abandonado en sus programas y en sus proyectos de desarrollo.

Dieta

Raquítica canasta

La dieta de esta familia no complementa ni la primera fase del cuadro nutricional.

-Frijoles.

-Pan.

-Tortillas.

-Café.

Nota: no comen verduras, y se mantienen con el gasto diario.

DESCONOCIMIENTO

Ignoran cuales son los programas de gobierno

Tras realizar el recorrido por la colonia Octavio Paz, entre las familias entrevistadas, se desconocen los trámites para solicitar la introducción de algún servicio, así como carecen de acceso a los programas de instituciones de asistencia social.

A pesar de que cuentan con medios de comunicación como la televisión y el radio, las instituciones federales, estatales y municipales no han sabido informar a las personas que se encuentran en la pobreza sobre los programas asistenciales para darles protección.

Asimismo, ignoran de qué manera pueden acudir ante las autoridades para solicitar su incorporación a los diferentes programas sociales, ya que afirman que no desean depender de los líderes, que sólo las traen dando vueltas sin obtener nada concreto.

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