Agencias
MÉXICO, DF.- Recluidos en cárceles de EU por narcotráfico o problemas migratorios serios, mil 600 mexicanos reciben diariamente clases en español para recibir certificados de primaria, secundaria o bachillerato válidos en México.
Sus maestros son otros presos como ellos, pero que lograron estudiar más, incluso algunos tienen licenciatura y maestría y que fueron capacitados por personal del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), que tiene que pedir un permiso especial a las autoridades carcelarias para poder hacerlo.
El 80 por ciento de estos alumnos tiene menos de 35 años. Están presos por narcotráfico, robo o problemas migratorios serios, muchos de ellos no han sido condenados y los que han recibido sentencia pueden pasar la mayor parte de su vida en la cárcel de un país ajeno.
“Cuando se participa en actividades educativas se le da más sentido a la vida estando preso”, asegura el director del INEA, Ramón de la Peña.
Además de las materias obligatorias, estos estudiantes reciben en sus clases un contenido adicional que no tienen sus compañeros en México: apoyo para elevar su autoestima y para mejorar su salud mental en reclusión.
Cada estudiante recibe un kit educativo que contiene materiales sobre su vida en reclusión, la visita familiar y sobre su nuevo lugar de residencia, además de un cuaderno de trabajo en donde deben realizar cartas al director del penal para señalarles sus inquietudes, a sus familias para decirles lo que sienten e incluso a ellos mismos cuando eran más jóvenes, antes de cometer su delito, para reflexionar sobre lo que han hecho con su vida.
En la guía del maestro o asesor, se establece que el objetivo la educación en la cárcel es que el recluso pueda reconocer su responsabilidad de mejorar como persona aún estando en un penal, sabiendo que todavía puede realizar cambios significativos en su vida.
En el libro de trabajo que el recluso utiliza en los penales mexicanos, muy similar al que circula en las cárceles estadounidenses, el alumno debe realizar una serie de reflexiones sobre su experiencia al ingresar al reclusorio, los sentimientos que ha presentado durante su estancia en el penal y lo que ha aprendido en ese lugar.
Los materiales que reciben los alumnos dan también consejos útiles para aprovechar la visita de la familia y conocer mejor en qué consiste su proceso penal, por lo que se les instruye sobre la legislación del lugar en donde fueron detenidos y se les recomienda no contar sus penas a sus familiares cada vez que los vea.
A invitación expresa de las autoridades carcelarias, el INEA da clases en 18 centros correccionales de los Estados Unidos y está negociando su presencia en otras 40 cárceles de ese país.
Los estados de Texas, California, Arizona y Utah son los que suman el mayor número de penales en donde los mexicanos reciben instrucción, pero también se pueden encontrar en el lejano Estado de Washington, frontera con Canadá, y en Oregon, Ohio y Nuevo México.
Pero entre los alumnos que tiene el INEA en las cárceles estadounidenses no sólo hay mexicanos. También tienen alumnos panameños, uruguayos y recientemente firmaron un acuerdo con el Ministerio de Educación de Nicaragua para atender a sus ciudadanos.
“Puede estar con nosotros todo aquel que pueda aprender, aunque a los extranjeros no les damos los certificados”, asegura De la Peña.
Hasta el momento se han graduado 350 mexicanos en Estados Unidos, muchos de ellos reclusos, quienes estudian en su mayoría secundaria y bachillerato, ya que el INEA ha detectado que el rezago educativo entre los migrantes mexicanos, es menor que entre los que se quedaron en México.
En California, Carolina y Oregon el INEA tiene sus contenidos educativos en línea para que todos los migrantes interesados puedan estudiar a distancia y obtener un certificado oficial con sólo aprobar un examen del organismo.