En su testamento, el también inventor de la dinamita, legó gran parte de su fortuna, estimada en unos nueve millones de dólares, para crear una fundación que otorgara premios anuales a aquellas personas que en el año precedente hubieran realizado el mayor beneficio a la humanidad.
México, (Notimex).- El químico y filántropo sueco Alfred Nobel, inventor de la dinamita y creador de los premios que reconocen a aquellas personas destacadas por sus actividades en favor de la humanidad, en los campos de la física, la química, la medicina, la literatura y la paz mundial, nació el 21 de octubre de 1833, en Estocolmo, Suecia.
Cuando el pequeño Alfred Bernardo tenía cinco años, su padre, de nombre Immanuel, en cuya familia abundaban los ingenieros, se mudó a San Petersburgo, Rusia, donde abrió un taller mecánico que fabricaba minas antipersonales para las fuerzas armadas rusas.
En tanto, su madre, Andriette, se quedó en Estocolmo y sustentó por sí misma a sus hijos.
La situación económica del padre mejoró al grado de que llevó a su familia a vivir con él y le dio una vida de clase alta burguesa, por lo que todos sus hijos recibieron enseñanza en el hogar a cargo de eminentes profesores a nivel de catedráticos.
Dichos estudios fueron orientados a las humanidades y las ciencias naturales, además de recibieron clases de sueco, ruso, francés, inglés y alemán, así como de literatura y filosofía.
En el campo de las ciencias naturales, en el que además recibierno el empuje del padre ingeniero, los Nobel fueron guiados por los catedráticos Julij Trapp y Nikolai Zinin, quienes les impartieron enseñanza en matemáticas, física y quimica.
Por su parte, Alfred se encaminó a la química y entre 1850 y 1852 hizo algunos viajes al extranjero para completar su formación profesional.
En 1850 viajó a París, Francia, y más tarde a Estados Unidos, donde perfeccionó sus conocimientos tecnológico. A su regreso a San Petersburgo, trabajó en la fábrica de su padre hasta 1859, año en el que quebró.
Volvió a Suecia, donde organizó varias plantas de explosivos, basadas principalmente en la manufactura de la nitroglicerina líquida, sustancia detonante descubierta por el italiano Ascanio Sobrero en 1846.
Hacia 1864, en Heleneborg, Suecia, trabajó en una fábrica y trató de desarrollar un método seguro para manipular la nitroglicerina, luego de que en una explosión falleciera su hermano y otras personas.
A raíz de la tragedia, Alfred se concentró en la tarea de poner a punto un método para manipular con seguridad la nitroglicerina.
Sin embargo, fue hasta 1867 cuando redujo la volatilidad de la sustancia al mezclarla con un material poroso absorbente (la tierra de diatomeas), con lo que consiguió un polvo que podía ser percutido e, incluso, quemado al aire libre sin que explotara.
La mezcla resultante sólo explotaba cuando se utilizaban detonadores eléctricos o químicos, lo que significó el invento de la dinamita. Más adelante creó la balistita, una de las primeras pólvoras sin humo.
De este modo, dirigió varias fábricas para la elaboración de explosivos en diversas partes del mundo, hasta el día de su muerte, ocurrida el 10 de diciembre de 1896.
En su testamento, Alfred Nobel legó la mayor parte de su fortuna, estimada en unos nueve millones de dólares, para crear una fundación que otorgara premios anuales a aquellas personas que en el año precedente hubieran realizado el mayor beneficio a la humanidad.
Tales reconocimientos, que ahora se han vuelto un reconocimiento universal que cada año es esperado con ansiedad por el mundo, se entregaron por primera vez en 1901 en los campos de la física, la química, la medicina y la fisiología, la literatura y la paz mundial, a los que se sumó en 1969 el de Economía.