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Ambos cuatro/Diálogo

Yamil Darwich

Sin duda, la noticia política de la semana es la mala participación de México en la Cumbre de las Américas, celebrada en Mar del Plata, Argentina, la semana pasada. De nuevo nos hicimos notar con los varios errores diplomáticos de nuestro primer mandatario, que se propuso promover el “Libre Comercio de las Américas”, proyecto globalizador que al parecer interesa más a los norteamericanos, al que se han opuesto los países miembros del “Mercosur” por razones obvias.

El intento del presidente mexicano resultó infructuoso ante la oposición de Hugo Chávez de Venezuela, Néstor Kirchner, de Argentina; Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil; Tabaré Vázquez, de Uruguay y Nicanor Duarte, de Paraguay. El problema se torna grave y desagradable al aparentar tintes promocionales de los intereses del presidente Bush, dejando a nuestro mandatario en calidad de “cabildero oficial”, en una actividad diplomática que nos deja ante Latinoamérica como los “corre ve y dile” del cada vez más impopular mandatario estadounidense, quien por cierto, a pesar del apoyo recibido, tuvo la mala actitud de negarse a entrevistarse con el representante “de sus vecinos del sur” por tener “una agenda sobresaturada”.

El evento resultó repetitivo, por ser una confirmación de propósitos de los países signantes, entre otros: atacar la pobreza de Latinoamérica; combatir la desigualdad y la exclusión social; buscar alternativas para impulsar el bienestar social, incluida la distribución equitativa de los beneficios del crecimiento económico y la mejora en los estándares de vida; eliminar el hambre alcanzando la seguridad alimentaria; promover y crear nuevas fuentes de empleo y autoempleo con espíritu emprendedor; y muchas frases contundentes y elegantes que suenan a compromiso, pero que hasta ahora sólo han quedado en discurso político con recarga demagógica.

En el transcurso de evento, las múltiples manifestaciones de desprecio para el presidente Bush fueron creciendo, hasta llegar a detener a más de 50 personas por actos vandálicos, con el uso de la Fuerza policíaca que se vio incapaz de controlar a la muchedumbre.

Merece especial mención la reunión multitudinaria encabezada por Hugo Chávez, Diego Armando Maradona y el Partido Humanista, que apoyados en la popularidad del futbolista y la oratoria del político venezolano, declararon a la prensa Argentina: “El presidente de Estados Unidos es el máximo representante de un Gobierno agresor y rapaz, que sucede a otros Gobiernos de las mismas características, sólo que éste ha superado en brutalidad, arrogancia e inmoralidad a todos los anteriores. Bush viene a coaccionar a los jefes de Estado o de Gobierno de Latinoamérica para que acepten el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la militarización y continúen pagando sin chistar la deuda externa. En suma, para endurecer el régimen neoliberal, ahora con el agravante de la militarización para mayor control de las poblaciones y de los recursos naturales de nuestra región”. Luego, Chávez remató en un estado emocional mesiánico con la frase: “ALCA... al carajo”, arrancando los aplausos de los asistentes, en un estadio deportivo casi repleto, con personas en evidente rebeldía social.

La participación de México se puede considerar altamente negativa para las relaciones con los países latinoamericanos, gastando el activo generado por aquella política de respeto y no-intervención, dilapidando el capital social internacional que acumulamos a través de los años con trabajo de primer nivel en asuntos de diplomacia.

Nuestro presidente hizo rabietas, trató de romper el protocolo diplomático, despreció invitaciones, mostró informalidad e impuntualidad de lo que tanto se nos acusa y recibió el apoyo de sus “canchanchanes”, como el del ministro Derbez, que se atrevió a comparar a Cuauhtémoc Blanco, antítesis de los valores trascendentes y humanos -recuerde que se visualiza como un perro orinando- con “El Pelusa” Maradona, olvidando que el ex drogadicto es un semidios en su patria. Si esto no fuera suficiente, Marthita -con “h” como dice estar registrada- contribuyó con lo propio, desairando a varias primeras damas de otras naciones hermanas, no asistiendo a un desayuno programado; en otras palabras, “se portaron como niños malcriados”; lo malo es que lo hicieron en nuestro nombre y representación.

Le recuento algunas impertinencias: Fox se puso “a las patadas” con Diego Armando Maradona, al que acusó de idiota por criticar a Bush y no saber usar la cabeza como los pies; se distanció del presidente argentino Néstor Kirchner -no aplaudió en su discurso central- quien a su vez despreció una solicitud foxista de entrevista bilateral; hizo berrinche cuando el citado primer mandatario le negó la palabra en el pleno para hablar del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), negándose a ir a la cena oficial de la reunión e informando que “él se acuesta temprano”; también declaró desventuradamente: “¡yo vengo a trabajar, no a pasear!”; dejó a los periodistas mexicanos durante casi una hora esperándolo en el aeropuerto, porque decidió retrasar su salida para insistir en el proyecto de acuerdo latinoamericano; rompió con el lenguaje diplomático al afirmar que continúa “dispuesto a seguir haciendo el amor tanto al proyecto del ALCA como al MERCOSUR”; se lanzó a una discusión vana y fuera de foco sobre el castellano, al defender la expresión “ambos cuatro” -idea de Vicente Borgues- y declaró “agitador verboso” al presidente Chávez de Venezuela.

Desde luego que el material fue utilizado, casi de inmediato, por la Oposición mexicana: del PRI, Mariano Palacios Alcocer lamentó que el presidente de México se haya convertido en “el vocero de un proyecto conservador que pretende una alianza con los intereses norteamericanos”; del PRD, Leonel Cota Montaño, censuró que Fox se convirtiera en promotor de ese proyecto de Bush; Andrés Manuel López Obrador, señaló que la política exterior es de “dar pena ajena”. El más moderado de la izquierda mexicana, Cuauhtémoc Cárdenas, acusó al presidente de ser “un peón de brega de Estados Unidos” .

De nuevo se pone en evidencia la falta de la adecuada asesoría al presidente de México, quien fue expuesto a los errores y hasta el desaire, como le sucedió con el mandatario argentino, cuando los asistentes a la Cumbre hablaban del empleo y Fox pidió interrumpir diciendo: “propongo que empecemos a hablar sobre la integración comercial”, a lo que el moderador respondió: “ése no es el tema para el que fue convocada esta reunión”, cediendo el turno de voz a otro de los jefes de Estado.

Durante algún tiempo se corrió la versión sobre la existencia de un grupo de enemigos de Fox, que tratan de desvirtuar su labor al frente de la Presidencia de la República; hoy, hasta los más reticentes a aceptar la realidad sobre sus desvaríos, quedamos mudos al escucharlo decir, de propia voz, frases de agresión a personas que se oponen a sus puntos de vista, rompiendo protocolos internacionales y abriendo el tema de discusión pública en relación a su postura como presidente de México, tentación a la que rápidamente sucumbieron los periodistas argentinos y los políticos mexicanos de la Oposición.

Si es verdad que en el lenguaje no verbal Vicente Fox refleja su ansia por terminar cuanto antes su gestión sexenal, a ese paso, pienso que muchos de nosotros nos iremos sumando a sus deseos. ¿no le parece?

ydarwich@ual.mx

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