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Amigo Sembrador

Francisco A. Ledesma

?Más hay también, ¡oh tierra! Un día... un día... un día... en que levemos anclas para jamás volver...

Un día en que discurren vientos ineluctables.

¡Un día en que ya nadie nos puede retener!?.

Nuestro querido amigo Jesús Rodrigo Martínez Gallegos murió y debo confesarte que al conocer la fatal noticia, brotaron lágrimas desde lo más profundo de mi ser, porque para mí, Jesús fue el hermano que escogí. Oyente discreto de confidencias y consejero, de quien tantas cosas aprendí.

Durante muchos años, en nuestras caminatas matutinas, mientras nuestros pasos cubrían el circuito prefijado, dábamos rienda suelta a los corceles de la conversación, aunque a decir verdad, Jesús llevaba las riendas de la palabra. Y en ese agradable platicar mucho supo de mi vida y mucho supe de la suya:

Nació el día once de julio de mil novecientos veintiocho en la ciudad de San Pedro de las Colonias, Coah., a la que Chuy llamaba ?el ombligo del mundo? y decía que al nacer él, no vio la primera luz porque eran las once de la noche.

Los primeros tres años de primaria los hizo en La Concha y del cuarto al sexto en la Escuela Centenario de Torreón. Aunque él quería ser aviador su destino fue otro al entrar a la Escuela Comercial Treviño, donde estudió tres años. En la Escuela Bancaria y Mercantil se recibió de C.P.T., carrera que en ese entonces era de tres años, pero Jesús se quedó a cursar la maestría.

Fue en los boy scouts donde forjó su carácter, entrando a trabajar a los quince años de su edad al Banco Industrial y Agrícola de don Eloy Vallina, para pasar a El Vergel con don Luis J. Garza, bajo las órdenes de su tío Aureliano Gallegos y poco después se integró a la Porteadora de Productos Petroleros S.C.L., trabajando durante catorce años con don Roberto Niño de Rivera, de quien llegó a ser su socio. Por Zeferino Lugo se inició en el negocio de la refrigeración, creando empresas que le dieron renombre y prestigio en todo el ámbito industrial.

De su vida de servicio social habla elocuentemente su paso por el Club Sembradores de Amistad de Torreón, al que ingresó en el sesenta y dos y fue su presidente en el periodo 1966/67; su acción bienhechora en el Seminario Diocesano de Torreón y en la Universidad Iberoamericana, de la que fue presidente de Presdelac, patronato económico de esa institución.

Conocí a Jesús y a su esposa Laurita en los años sesentas en una reunión del grupo Los Húsares y la verdad sea dicha, la adustez de su rostro me hizo pensar que nunca trabaríamos amistad, sin embargo, el trato frecuente en el Club Sembradores de Amistad de Torreón, en la mesa del café de las doce y nuestras caminatas mañaneras, convirtieron las lanzas en cañas, forjándose una hermandad más que amistad.

Muchos son los motivos para recordar a Jesús, el hombre que detrás de su rostro adusto, guardaba amor y devoción hacia su esposa Laura, cariño entrañable para sus hijos Jesús Rodrigo y Laura Ligia, a sus nietos y familiares y un gran afecto hacia sus amigos. Su gran calidad humana se mostraba a cada paso.

Murió Jesús Rodrigo Martínez Gallegos, un hombre bueno a carta cabal, que con generosidad dio a su prójimo todo lo mejor de él.

Chuy: ?Muriendo y renaciendo por milagro fecundo se acendra en tu celdilla la futura virtud. ¡Oh, molécula cósmica de un incógnito mundo! ¡Cálida gota viva en ímpetu de alud!

Mientras, busca tu surco, como pequeño grano y húndete quedamente en su negra humedad. Resurgirás, un día, vencedor del arcano, para la vida opima de luz y eternidad?.

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