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AMLO o la restauración priista

Gabriel Castillo

La gira que está realizando el licenciado Andrés Manuel López Obrador ha venido a desmentir a quienes señalaban que su presencia se circunscribía al centro del país. Fue un éxito la visita a estados del noroeste de la República, donde se ha comprobado que tiene respaldo de la ciudadanía más allá de siglas de partidos. El caso de Sonora es relevante, pues siendo un estado con predominio priista, hoy se ubica al precandidato del PRD con un 47 por ciento de preferencias electorales, según una encuesta seria avalada por el sector empresarial de esa entidad.

Este 19 de agosto, al visitar la Región Lagunera se confirmó que AMLO tiene amplias simpatías también en el norte del país y que tiene una propuesta política que está penetrando en la población que aspira a un verdadero cambio. No es fácil obtener una respuesta como la que se tuvo en un teatro de la localidad, en día laborable y en horario de trabajo. Es bueno que sigan creciendo las redes ciudadanas y que la gente no afín a ningún partido político, pero que ven en el ex jefe de Gobierno del DF, una opción confiable para gobernar este país a partir de 2006, se sigan sumando a la propuesta y contribuyan a construir la nueva mayoría que se necesita para hacer realidad, ahora sí, el esperado cambio en México.

Nadie desconoce que en una elección constitucional los candidatos ganadores son aquellos que logran atraer la simpatía de electores que están fuera del llamado “voto duro”, de los partidos que los postulan. Hoy la ciudadanía está más informada y analiza los candidatos, su personalidad, su trayectoria y sus propuestas, más allá del partido que los registra y con su voto lleva al triunfo a aquellos que le generan confianza o en los que ve reflejadas sus aspiraciones. Andrés Manuel López Obrador ha entendido esto y por ello ha impulsado una campaña dirigida a los ciudadanos sin partido, pero sin descuidar la relación con su propio instituto político el cual entrará a hacer la parte que le corresponde en el momento oportuno. Pero la ciudadanía también ha visto que AMLO es un hombre confiable, que sabe tomar decisiones como gobernante, que ha demostrado capacidad de convocatoria y la suficiente fuerza política para que ante la incapacidad del PAN para mantenerse en el Gobierno, según lo prueba su tendencia a la baja, se impida el retorno del PRI al poder. Aunque no lo quieran reconocer algunos miembros de la clase política y otros actores sociales, Andrés Manuel es hoy, objetivamente, quien puede materializar un gran movimiento político y ciudadano como lo hizo el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, que logre que la gente vaya masivamente a votar en julio de 2006, por ello no es exagerado plantear como disyuntiva: AMLO o la restauración priista, significando esto último un grave retroceso par la nación mexicana.

Esto que se expone es un asunto fundamental y así lo entiende mucha gente. Quiero comentar que en reciente plática con el gerente de una institución bancaria de la región, sorpresivamente me lanzó la expresión “¡voy a votar por López Obrador!” y sin darme tiempo a indagar sus razones, siguió diciendo: “¿te imaginas lo que significaría el regreso del PRI al Gobierno con Roberto Madrazo en la Presidencia? ¡Ni pensarlo! Aunque yo voté por Fox en 2000, no le veo posibilidades al PAN para 2006 y prefiero nuevamente apostarle al cambio, ahora con López Obrador”.

Similares comentarios me han hecho comerciantes que palpan el sentir de la gente en su trato cotidiano, pequeños empresarios, profesionistas y muchos ciudadanos sin partido e incluso miembros de otros partidos distintos al que pertenece AMLO. Esos razonamientos reflejan una toma de conciencia respecto al peligro que representa la restauración priista, o más concretamente, llegada al poder de Roberto Madrazo y los grupos de poder a los que está vinculado. Ese señor, que está obsesionado con ser presidente de la República y que no se ha tentado el alma para golpear políticamente a sus propios compañeros de partido, sabe que es ahora o nunca el logro de su máximo objetivo y buscará alcanzarlo a costa de lo que sea. Sabe jugar sucio, sabe allegarse grandes sumas de dinero con origen poco claro y no le importará hacer pactos incluso con el diablo. No le importa la nación, no le importa el bienestar de la gente, sólo le interesa el poder por el poder mismo. Esto es precisamente lo que hay que frenar, pues significa el regreso del autoritarismo y la corrupción al más alto nivel.

Afortunadamente lo anterior le queda claro a mucha gente, como también queda claro que no debe identificarse a todo el priismo con el madracismo. Pero finalmente el PRI le va a apostar a mantener su voto duro y a fomentar el abstencionismo para estar en condiciones de recuperar la Presidencia. Ante ello lo que resultará indispensable es que la gente salga a votar, especialmente aquellos que acostumbran no hacerlo por desconfianza hacia los partidos. Es importante que quienes votaron el año 2000 por Vicente Fox, sin pertenecer al PAN, sigan apostándole a la esperanza de cambio para nuestro país y lo hagan razonando su participación desde la perspectiva del voto útil, que si antes fue para sacar al PRI de Los Pinos, en la próxima elección servirá para evitar su retorno.

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