Brasilia, (EFE).- Un anciano que vive en Brasilia llora sin consuelo desde hace dos meses, cuando agentes medioambientales irrumpieron en su casa para llevarse un papagayo que fue su mascota durante 41 años, informa la prensa local.
La historia de Antonio Virginio, de 78 años, la cuenta el diario "Correio Brasilienze" y comenzó en 1964, cuando recibió de regalo un papagayo que un amigo le trajo del litoral del estado de Bahía.
Lo bautizó "Louro" (loro en portugués) y fue su fiel compañero durante todo ese tiempo, y más aún desde 1990, cuando su esposa murió.
Viudo y sin hijos, Virginio se apegó al pájaro, que según dijo al periódico, aprendió a hablar y hasta se convirtió en su despertador.
"Despierta papá", cuenta el anciano que el papagayo le decía cada día, puntualmente, a las siete de la mañana, con una precisión que siempre le asombró y nunca supo explicar.
Pero el 26 de septiembre pasado, agentes del gubernamental Instituto Brasileño del Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) llegaron a su casa y se llevaron el papagayo.
Alegaron que habían recibido una denuncia anónima de que criaba un loro en su casa, lo cual es prohibido en Brasil, según reza una ley sancionada en 1998, 34 años después de que "Louro" viviera con el anciano.
Desde entonces, Virginio no ha podido saber del papagayo y sufre una profunda depresión, mareos y desmayos, por los que ha acabado en el hospital tres veces.
"He preguntado, digo que lo quiero ver y ni siquiera me dicen dónde está", declaró al periódico.
Consultado por el diario, el director del Ibama en Brasilia, Francisco Palhares, confirmó que la posibilidad de que Virginio se reencuentre con "Louro" es "absolutamente remota".
Para el funcionario, las normas son claras. "Criar un animal silvestre en casa es delito. Este señor podría haber ido preso, pero actuamos con cautela y él nos entregó el papagayo por su libre y espontánea voluntad", agregó Palhares.
