En cuanto al proceso electoral de Coahuila para el presente año, en el que se elegirán gobernador, congreso y ayuntamientos, El Siglo de Torreón dio a conocer el lunes pasado los resultados de su más reciente encuesta que pulsa la preferencia de los ciudadanos, respecto de partidos y candidatos.
Se trata de un sondeo realizado el mes de diciembre, que es el segundo después del que se practicó en agosto del año pasado.
En los resultados encabeza el Partido Revolucionario Institucional con 53.8 puntos porcentuales; le sigue Acción Nacional con preferencias del 22.6 por ciento. En tercer lugar está el Partido de la Revolución Democrática con un pobre 2.4 por ciento.
En el caso del PRI sorprende el fenómeno de popularidad del alcalde de Saltillo Humberto Moreira, que carece tanto de precedentes importantes en su carrera como de un desempeño notable al frente de la comuna de la Capital y sin embargo, se sitúa como predilecto por encima de precandidatos priistas más consistentes, sin más carta de presentación que el apoyo del dividido magisterio y sus facultades para bailar la cumbia.
El caso se explica en función del despliegue de un aparato de promoción abierta que resulta violatorio del artículo 107 de la Ley Electoral de Coahuila, que mantiene atados al resto de los precandidatos de todos los partidos, en virtud de la prohibición que contiene la Ley, en cuanto a la realización de actos de proselitismo fuera de los tiempos de campaña bajo amenaza de anulación de la candidatura respectiva.
No obstante el mejor perfil de otros aspirantes priistas como el senador Alejandro Gutiérrez o el diputado Jesús María Ramón, las expectativas de una desbandada en el tricolor que pudieran derivar de esta desigual competencia, son muy pocas en virtud de que el gobernador Enrique Martínez se mantiene como jefe indiscutido dentro del PRI local y mandamás en el Consejo Estatal Electoral, al más puro estilo del viejo sistema de partido de Estado que en el caso de Coahuila, se conserva corregido y aumentado.
Las posibilidades de la alternancia se ven disminuidas, en virtud de la profunda división que afecta al Partido Acción Nacional, producto de la lucha entre los grupos del senador Jorge Zermeño Infante, primero de los precandidatos panistas en la preferencia de los electores según los resultados de la encuesta de El Siglo de Torreón y del subsecretario de Economía Juan Antonio García Villa, quien curiosamente ocupa en ese mismo escalafón el último lugar.
Esta relación desigual, explica porqué se encuentran en conflicto dos estilos distintos; el uno volcado hacia la sociedad, deseoso de convencer a los votantes y ganar las elecciones y el otro burocratizado, que se nutre del presupuesto ordinario del partido y de los gastos de campaña y se solaza en la derrota y en el consecuente reparto de las diputaciones y regidurías plurinominales. ¡Qué pena!
El divisionismo panista se revela como causa y motivo de la caída en las preferencias de los electores, que en el mes de agosto pasado otorgaba el 32.7 por ciento a favor del PAN es decir, 10.1 puntos por encima de los resultados obtenidos por ese mismo partido en la encuesta reciente.
En agosto pasado se ubica precisamente el parteaguas de la lucha al interior del blanquiazul, en ocasión del triunfo de Reyes Flores Hurtado como presidente del Comité Municipal del PAN en Torreón, que fue desconocido por la dirigencia estatal mediante una decisión finalmente revocada por el Comité Ejecutivo Nacional, que confirmó a Flores Hurtado.
Desde entonces el PAN coahuilense no ha conocido la paz a su interior y sus cuadros sufren un enorme desgaste que se refleja en la falta de trabajo político de cara a la sociedad. De no coincidir los grupos en un proyecto común, competitivo y audaz, que culmine en una oferta electoral atractiva, las expectativas de la alternancia colapsarán como ocurrió en la elección de 1999, en la que el PAN cayó a su más bajo nivel histórico de votación.
En el caso del PRD su falta de arraigo en la comunidad es cada vez más evidente, por lo que se ve muy lejana la posibilidad de que el ascenso que se atribuye a dicha fuerza política a nivel nacional, corresponda a la realidad.
Es cierto que aún falta tiempo para la elección y la historia está por escribirse. ¿Quién ganará? Pese a la seriedad de la encuesta que es objeto de comentario, su punto vulnerable se encuentra en el veinte por ciento de los entrevistados que se negaron a expresar un pronunciamiento definido, por indecisión o simple reserva. Es posible que en ese sector silente, esté la respuesta a la incógnita planteada.
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