“Lo importante no es ganar o perder,
sino si yo gano o pierdo.”
Darrin Weinberg
El PRI obtuvo en Coahuila este domingo 25 de septiembre lo más cercano a un carro completo que se puede conseguir. Su candidato Humberto Moreira recibió el 55 por ciento de los votos. Muy atrás quedó el candidato del PAN, Jorge Zermeño, con el 33 por ciento de los sufragios. Si hay alguna elección en la que sería sensato “conceder”, reconocer el triunfo del rival, es ésta; pero el PAN ha anunciado ya que impugnará el resultado.
El PAN no está haciendo más que seguir una tradición política mexicana según la cual nunca se debe reconocer una derrota electoral. Uno puede ser vencido por las marrullerías del rival, por el exceso de gastos, por el acarreo o por la intervención del gobernante en turno, pero nunca porque los ciudadanos hayan optado por votar por alguien más. Si las autoridades electorales no aceptan que ningún candidato puede perder limpiamente, es porque son parciales o se han dejado corromper.
No sorprende así que el PAN anuncie que va a impugnar el resultado de Coahuila. No importa que las encuestas previas a la elección hayan anticipado el resultado final. De poco sirve que las encuestas de salida y los conteos rápidos hayan señalado desde las seis de la tarde con gran precisión la distribución de los votos. No es relevante que la diferencia entre el candidato priista y el panista fuera de 22 puntos. En México se impugnan los resultados electorales por sistema. No existe en nuestro país una verdadera cultura democrática.
Esta situación la vimos también recientemente en el Estado de México. El margen de victoria del candidato priista, Enrique Peña Nieto, fue realmente abrumador. La Alianza por México (PRI y PVEM) obtuvo el 49 por ciento de los votos válidos contra el 25 por ciento de PAN-Convergencia y el 25 por ciento de Unidos para Ganar (PRD y PT). Aun así, los partidos de Oposición impugnaron el resultado y cuando los tribunales electorales ratificaron el triunfo de Peña Nieto afirmaron que esto demostraba que los tribunales favorecen al PRI.
No sólo el PAN y el PRD impugnan los resultados electorales. En las elecciones de Aguascalientes de 2004, el panista Luis Armando Reynoso Femat obtuvo el triunfo con el 55 por ciento de los sufragios contra el 35 por ciento del PRI y el siete por ciento del PRD. Aun así los priistas impugnaron el resultado, como protestaron el triunfo de la perredista Amalia García en Zacatecas también en 2004 pese a que triunfó con el 48 por ciento de los votos contra el 35 por ciento del priista José Bonilla.
En dos ocasiones el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha anulado elecciones: en Tabasco en 2000 y en Colima en 2003. Ambas fueron ganadas por el PRI. En las dos ocasiones se llevaron a cabo nuevos comicios, a costa de los siempre generosos y nunca consultados contribuyentes, y en ambas el PRI resultó nuevamente triunfador.
Después de que el PAN impugne los resultados de Coahuila, lo más seguro es que los tribunales desecharán las quejas. Los panistas acusarán a los magistrados de estar al servicio del PRI. Pero si por alguna razón los tribunales anularan la elección, lo más seguro es que el resultado se repetiría con la misma diferencia o una incluso mayor.
Nuestros políticos tendrían que empezar a madurar. Esto significa que estén preparados para leer los instrumentos de medición de la voluntad popular, como las encuestas de opinión, y que estén dispuestos a reconocer los triunfos de los rivales. No hay nada que le haga más daño a la democracia que la descalificación constante de los árbitros: el IFE y los tribunales electorales. Pero esto es algo que los partidos y candidatos hacen con la mayor ligereza del mundo.
Por lo pronto en Coahuila tenemos un proceso con un triunfador muy claro que es Humberto Moreira del PRI. Podrá gustarnos o no el resultado, pero ése no es el tema. El PAN y Jorge Zermeño demostraron que siguen manteniendo su fuerza en algunos municipios, como Torreón y Ramos Arizpe, pero perdieron por un amplio margen en el resto del estado. Y el PRD, con apenas el tres por ciento de los sufragios, dejó una vez más de manifiesto su debilidad en la mayor parte del norte del país, donde tendrá que hacer un gran trabajo si quiere que la ventaja de Andrés Manuel López Obrador en las encuestas se transforme en una victoria electoral... y no en una nueva impugnación ante los tribunales electorales.
PORROS CAÑEROS
Continúa la ley de la selva. Los cañeros priistas amenazan con tomar por la fuerza la Secretaría de Agricultura porque el presidente se atrevió a promover una acción de inconstitucionalidad a una irracional Ley cañera. Y, como siempre, el Gobierno de la República seguramente terminará cediendo a la presión de la fuerza.
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