Hace cinco años, por estas fechas, existía un pánico generalizado por la llegada del año 2000. No es que las personas creyeran que se acabaría el mundo o que comenzara a verse signos irrefutables del Apocalipsis: la situación se generó a partir que en los años sesenta y setenta, cuando apenas comenzaba el uso de los primeros equipos de cómputo, se utilizaron sólo dos dígitos para registrar los años: 62, por 1962, por ejemplo. El inconveniente llegaría al final del milenio en el que sólo se reconocería el 00, que bien podría referirse a 1800 o 1900. El llamado Y2problem.
Parecería que eso sucedió hace muchísimo tiempo. El uso de las computadoras, que apenas se popularizó en la década de los noventa por el abaratamiento de los costos de los equipos, ha tenido un avance impresionante. En la Encuesta sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de Información en los Hogares que realizó el INEGI en junio de este año, se detectó que uno de cada cinco hogares en México cuenta con una computadora y nueve de cada cien familias pueden pagar el servicio para conectarse a la Internet.
Definitivamente, uno de los indicadores más relevantes en la utilización de las tecnologías de información es el número de usuarios que tiene acceso a la Red, que en México pasó de alrededor de siete millones en 2001 a 16.5 en junio de 2005; de ellos, el 68 por ciento lo hace desde aparatos localizados fuera del hogar. El principal uso que le dan los 26.6 millones de mexicanos que disponen de una computadora (60 por ciento) no es para la recreación, sino para las actividades escolares.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han arribado al mundo educativo intentando echar abajo a los pizarrones que fueron prácticamente la única herramienta pedagógica en la mayoría de las escuelas durante más de un siglo. Muchos, incluso, han predicho la desaparición de los profesores por sofisticados programas, sin embargo, resulta difícil que eso suceda. Lo que sí se percibe en el ambiente, es que los y las profesoras del siglo XXI deberán ser radicalmente distintos a sus congéneres del pasado.
Las TIC suponen cambios culturales en la forma de enseñanza. El hecho que todos, a través de la Internet, dispongamos de un gran cúmulo de información, obliga al profesor a dejar las prácticas “bancarias”, en las que él se consideraba el único depositario del saber, para diseñar nuevas situaciones de aprendizaje que estarán centradas en el alumno. El profesor no tendrá que exponer los contenidos en un pizarrón (o su sustituto, un proyector de imágenes) sino será un “diseñador de situaciones de aprendizaje en las que los alumnos deben construir su propio conocimiento a través de la búsqueda y posterior tratamiento de la información”. El maestro, más que exponer magistralmente una clase, sugerirá búsquedas y exploraciones: será un agente pedagógico experto en aprender.
Por su parte, el estudiante tendrá también un papel distinto: debe adoptar un papel activo en la construcción de aprendizajes, desarrollar su autonomía y pensamiento crítico. Y eso podrá hacerlo mediante el aprendizaje colaborativo. El aprendizaje colaborativo, según los autores Johnson y Johnson es “...un sistema de interacciones cuidadosamente diseñado que organiza e induce la influencia recíproca entre los integrantes de un equipo. En este proceso, todos sienten el compromiso de colaborar con el aprendizaje de los demás: se comparte la autoridad y la responsabilidad. Resulta indispensable la admisión de los puntos de vista de los compañeros para construir productos comunes, en los que la firma personal del autor deja de ser relevante”.
Y ésa es quizá la propuesta más interesante del aprendizaje colaborativo: no implica la competencia entre los miembros que participan, sino por el contrario, la inclusión de todos para la construcción de una comunidad de aprendizaje.
Mario Kaplún, un conocido investigador y docente de la Comunicación, ha concluido a partir de diversas investigaciones que una persona asimila 20 por ciento de lo que oye, 30 por ciento de lo que observa, 50 por ciento de lo oye y observa, 70 por ciento de lo que expresa y 90 por ciento de lo que elabora por sí mismo.
Las nuevas tecnologías son herramientas muy pertinentes para desarrollar el aprendizaje colaborativo. Una especialmente valiosa y generosa es la llamada Wikipedia: “la Enciclopedia Libre que todos podemos editar”, comenzó su operación en la Internet en 2001 y tiene a la fecha 77 mil 121 artículos en español, 20 mil artículos en catalán, 30 mil artículos en esperanto y 845 mil 456 artículos en inglés, entre otros muchos idiomas.
Los textos wikis o wikipedias, se escriben comunitariamente entre los usuarios que deseen intervenir con su conocimiento sobre algún tema. Se definen como enciclopedias libres o documentos Web colectivos, que son además hipertextuales (es decir, tienen la ventaja de poder establecer ligas para profundizar en algún concepto).
La Wikipedia fue fundada por Jimmy Wales y Larry Sanger, quienes comenzaron la versión en inglés el 15 de enero de 2001. A la fecha, hay más de diez mil editores trabajando en artículos de lo más variado y sumamente especializados. El objetivo de la Wikipedia es, según los autores: “…la creación de la enciclopedia más grande de la historia, tanto en términos de cantidad como de calidad. También queremos que Wikipedia se convierta en un recurso confiable (probablemente, aprobada mediante revisión por iguales)”.
El principio más interesante de la Wikipedia es que todos, cualquiera de nosotros, puede ser editor de un artículo ya comenzado o por iniciar, al que se le va agregando paulatinamente información. No aparece el nombre de ninguno de los autores, la contribución es gratuita y sin crédito alguno. En una sociedad en donde se valora en gran medida lo que las “vacas sagradas” del mundo académico discurren, sorprende este tipo de material colaborativo. En las Wikipedias, hay políticas de contenido y de edición que son seguidas fielmente por los editores.
Los textos wikis han generado una revolución en el conocimiento, pues descentralizan y democratizan el conocimiento, logrando que todos formemos parte de la construcción de contenidos que se utilizarán a escala mundial. Bien puede una persona no saber de Filosofía, pero ser un experto en historia del futbol.
El conocimiento, durante siglos, ha estado completamente centralizado en los expertos del momento, mientras que a las masas les ha tocado ser receptoras pasivas de ese saber. Somos testigos hoy de un cambio radical en la cultura educativa.
No es fácil participar en la elaboración de un texto wiki: siempre existe la tendencia a resaltar lo que cada uno escribió: cuesta trabajo diluirse en los demás porque le educación ha estado centrada en el estilo meritorio: la calificación que nos distingue de los otros. Pero vale la pena navegar por un rato en www.wikipedia.org y buscar los temas favoritos. Seguramente podremos aportar algún conocimiento interesante.
El siglo XXI ha comenzado con herramientas novedosas, ojalá que en el ámbito educativo podamos estar a la altura de nuestro tiempo.