¿Qué hace que una ciudad, un Estado o país le apueste a la cultura como motor o punta de lanza para el desarrollo económico de sus habitantes, que finalmente se traduce en una apuesta por la educación?
Pregunta difícil de contestar. Enfoco el presente texto a nuestra ciudad. Hace ya tiempo que la región en la que vivimos dejó de ser una región agrícola y se convirtió en industrial y de servicios. En lo que se refiere a servicios, uno de los proyectos más trascendentes por los que Torreón apostó fue el establecimiento de diferentes instituciones de educación superior que seguramente nos han hecho contar y contaremos en el futuro con una sociedad más educada y por ende con mayor bienestar. Pero y la cultura, ¿dónde queda? A los últimos gobiernos municipales de las tres principales ciudades de la comarca les ha faltado pensar en estrategias y programas donde la cultura sea prioritaria como impulso del desarrollo. ¿Existe una política pública que impulse la cultura? Si la hay, ¿cuáles son los programas que promueve?
Hace pocos meses apareció en una revista de circulación nacional un artículo del prestigiado economista Amayrta Sen, donde plantea la cuestión de las diferentes formas en que la cultura puede influir sobre el desarrollo de los pueblos. Sen reflexiona sobre la cultura que fortalece el bienestar y las libertades a que aspiramos y que incluye el enriquecimiento de las vidas humanas a través de la literatura, la música, las bellas artes y otras formas de expresión y práctica cultural. Con la literatura se nutre la conciencia decía la recientemente fallecida escritora estadounidense Susan Sontag.
La posibilidad y las condiciones para las actividades culturales están entre las libertades fundamentales, cuyo crecimiento se puede ver como parte del desarrollo.
Cuánta razón tiene Sen y me pregunto si nosotros en Torreón así lo concebimos. Si autoridades, iniciativa privada y sociedad civil impulsan proyectos culturales que ofrezcan a los laguneros formas de vida más desarrolladas.
Sen resalta en dicho texto que los objetos y actividades culturales deben ser económicamente remunerativas, de esta manera el ambiente y la infraestructura cultural será la fuente de recursos y de desarrollo. ¿Dónde están los centros culturales, los museos, los teatros, que generen sus propios recursos, a donde la gente acuda a buscar su crecimiento? En estos ambientes por lo general siempre encontramos instituciones que pelean por los escasos recursos.
Hay ejemplos de varias ciudades en el mundo como Bilbao en España, París, Francia, aquí en México, Guadalajara, ciudades que han apostado a proyectos culturales que sirvan de punta en su desarrollo y crecimiento.
Para Guadalajara se tienen planeados en el corto plazo tres megaproyectos para el área metropolitana y uno más para el Estado, el Museo de la Sierra Madre que tiene que ver con el apoyo a las tradiciones culturales del pueblo huichol. Este museo se construirá en una región donde viven más de ocho mil huicholes. Y si concebimos a los museos como herramientas educativas que suplen las carencias del sistema de educación formal seguramente tendremos una sociedad más educada. Miremos a nuestras escuelas, la falta de bibliotecas, laboratorios, infraestructura tan deficiente.
Los proyectos mencionados para el Estado de Jalisco pretenden ampliar la infraestructura cultural, producir, capacitar y educar a toda la población. Uno de ellos, un centro cultural de la Universidad de Guadalajara planeado para un área de 26 hectáreas que incluye entre otras instalaciones un museo de ciencias ambientales, varios teatros, un auditorio, sede para la feria internacional del libro, cines, centro comercial, centro de negocios, biblioteca pública, lo que significa que en un solo lugar la gente podrá disfrutar de diversos servicios y actividades culturales.
El otro proyecto en ciernes es la franquicia del famoso Museo Guggenheim que en lugares como Bilbao logró aumentar el Producto Interno Bruto de la región en altos porcentajes al generar una derrama económica por sus más de 900,000 visitantes que recibió en el año 2002 y regeneró la zona de los antiguos astilleros que estaba muy deteriorada. Lo que se busca con estos proyectos es tener una sociedad con ánimo, que contagie unión y compromiso de parte de Gobierno y sociedad civil, que genere una derrama económica más amplia, resurgir, reencontrarse y progresar.
La modernidad es deseable siempre y cuando no se acrecienten las desigualdades, alguien comentaba con estos proyectos en Guadalajara, sino todo lo contrario hacer que la brecha se cierre con la fuerza de la cultura. Una cultura incluyente a la que todos tengamos acceso.
Torreón pronto cumplirá sus primeros cien años; en sus muy pocos museos se plasma su pasado, la historia y las tradiciones culturales de su tierra. Sin embargo sus museos requieren recursos para continuar investigando, ampliando visiones y sobre todo llegando a más visitantes que salgan orgullosos después de una visita porque comprenden mejor su historia, se sienten más seguros de su identidad cultural, porque integran el papel de la cultura a otros aspectos de sus vidas y tienen contacto cultural con otros pueblos.
Ejemplos como la remodelación del teatro Nazas son válidos para hacer que los gobiernos piensen en proyectos como éste, que les den prioridad y no les dejen únicamente lo que sobra. Si están pensando en asuntos de salud, de desarrollo económico, seguridad, temas imperativos para cualquier Gobierno, ¿cómo podemos hacer que las instituciones culturales reciban el mismo apoyo? O es que van en los últimos lugares en las prioridades de los gobernantes y de las empresas. Volteemos la mirada hacia nuestros museos tan necesitados de recursos, de proyectos y de profesionales capacitados.
Ahora que comienza un año nuevo, que 2005 es el último del Gobierno estatal y municipal, para éstos que terminan y para los que vienen piensen en la cultura como punta de lanza. No se arrepentirán. Torreón será mejor ciudad con mejores y más conscientes y educados ciudadanos.
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