“Nunca te arrepentirás de la palabra que no digas”.
Proverbio español
Nadie podrá acusar al presidente Vicente Fox de ser demasiado cauto o diplomático en sus declaraciones. Su descuido en el uso de esa arma tan peligrosa que es la palabra se ha visto reflejado en los últimos días en las controversias gestadas por sus críticas a Diego Armando Maradona, el futbolista convertido en conductor de televisión y activista contra la globalización, y a Néstor Kirchner, el presidente de Argentina. Ambos pleitos debieron haberse evitado.
Para empezar, el mandatario mexicano no tenía por qué rebajarse al nivel de Maradona. Incluso un ranchero debe escoger mejor a sus rivales. La fama no significa inteligencia y Maradona es la mejor prueba de ello. Una victoria en un debate frente al ex futbolista y ex drogadicto no conlleva ningún laurel. En cambio, las críticas elevan su estatura. Hoy Maradona puede ufanarse de que es tan importante que hasta el presidente de México se ocupa de él.
Tampoco tenía Fox por qué cuestionar la posición de Brasil o de Argentina en Mar del Plata. A nadie sorprendió la actitud que asumieron sus presidentes en la cumbre. Podrán tener o no razón en sus políticas, pero tienen derecho a defender las posturas que consideran correctas para sus países. A final de cuentas el presidente Kirchner dijo lo que tenía que decir cuando le pidió a Fox que se ocupe de los mexicanos ya que él se ocupará de los argentinos que lo eligieron presidente. Lo mismo habría dicho Fox a Bush en caso de que éste lo hubiera presionado públicamente para apoyar la invasión de Irak en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Estos dimes y diretes, desafortunadamente, no han servido más que para oscurecer los temas fundamentales que se discutieron en Mar del Plata. El propio presidente ha contribuido a la confusión al presentar la discusión de la cumbre como un simple enfrentamiento de opositores y simpatizantes del comercio libre. Pero las cosas no fueron tan sencillas.
Para el venezolano Hugo Chávez, es verdad, el asunto sí era así de simple. Su principal preocupación era mostrar su independencia ante el presidente estadounidense George W. Bush. Los beneficios o problemas del libre comercio claramente escapan a su comprensión.
Pero las objeciones de Lula da Silva de Brasil y de Kirchner de Argentina eran más profundas. Su principal preocupación no era ideológica sino que estaba centrada en los subsidios que Washington sigue otorgando a sus productores agropecuarios. Tanto Brasil como Argentina son exportadores muy importantes de granos y ganado, por lo que los subsidios estadounidenses representan una agresión directa en su contra.
Cuando al presidente Bush se le planteó la necesidad de eliminar esos subsidios para empezar a negociar el ALCA, el presidente estadounidense simplemente declinó. En parte esta postura es política y busca el apoyo electoral de los conservadores granjeros estadounidenses a los que Bush les debe la Presidencia. El argumento que Bush utilizó frente a los demás mandatarios de América, sin embargo, fue distinto: dijo que el tema de los subsidios agrícolas debe resolverse no en el ALCA sino en la ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio, la cual tendrá su próxima reunión ministerial en diciembre en Hong Kong. El Gobierno de Bush sabe, no obstante, que es casi imposible destrabar en el corto plazo la disputa sobre los subsidios agrícolas.
México ha asumido, a mi juicio, la posición correcta de defender el ALCA por una cuestión de principios. En términos prácticos, sin embargo, el nuevo acuerdo no nos ayudaría mucho. La mayoría de las exportaciones mexicanas entran ya sin aranceles o barreras a Estados Unidos, mientras que la falta de un acuerdo comercial obstaculiza el ingreso de productos brasileños y argentinos. Es verdad que una mayor apertura comercial favorecería en el largo plazo a todo el continente, pero de momento México goza de un trato especial en Estados Unidos que sólo comparten Canadá, Chile y Centroamérica.
En estas circunstancias, el presidente Fox bien pudo haberse evitado la controversia. Nadie hubiera objetado que en sus declaraciones subrayara los beneficios del libre comercio para todo el continente. Pero ponerse a la altura de Maradona, o criticar al presidente de Argentina por sus posiciones, no tenía ningún sentido. Una vez más el presidente Fox desaprovechó la oportunidad de mantenerse en silencio.
OSCURIDAD
Que no se queje el Gobierno Federal de que no haya credibilidad sobre las investigaciones en torno a la muerte del ex secretario de Seguridad Pública Ramón Martín Huerta. Mantener en reserva durante 12 años las investigaciones sobre el caso es la fórmula ideal de generar dudas de todo tipo.
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