Washington, (EFE).- El asteroide que cayó en la península de Yucatán (México) hace 65 millones de años no sólo exterminó los dinosaurios sino que también diseminó extraños minerales sobre la faz de la Tierra, según un nuevo estudio.
Tras el impacto se formó una nube residual que envolvió al planeta y llevó a la muerte de los dinosaurios, señalaron los científicos del Museo Nacional de Historia Natural y de la Universidad de Chicago a la revista "Geology", que publicará el estudio en su número de abril.
Ese residuo consistía en gránulos de líquido candente a miles de grados centígrados, llamados "esférulas" para cuyo origen los científicos han planteado varias teorías.
Algunos han señalado que esas "esférulas" se desprendieron del asteroide como resultado de su choque y la fricción con la atmósfera terrestre.
Otros sugieren que fueron el resultado del tremendo choque del asteroide que causó el cráter Chicxulub frente a las costas de la península de Yucatán.
Pero mediante los análisis realizados por Denton Ebel, curador de meteoritos del museo, y Lawrence Grossman, profesor de ciencias geofísicas de la Universidad de Chicago, proponen una tercera teoría.
Sobre la base de un análisis de muestras de espinela, un mineral rico en magnesio, hierro y níquel, contenido en las "esférulas", los científicos indicaron que éstas se crearon como resultado de la condensación de la nube de vapor que rodeó al planeta después del impacto.
Grossman explicó que cuando el asteroide chocó contra la Tierra liberó una enorme cantidad de energía y una bola de fuego que llegó a la estratosfera.
"El gigantesco impacto no sólo aplastó y derritió la roca, sino que también la vaporizó. Al condensarse esa nube de vapor dejó caer las "esférulas" como si fueran una lluvia sobre todo el planeta", señaló.
Son precisamente estas "esférulas" depositadas en la superficie terrestre las que marcan los límites entre el Cretáceo y el Terciario, momento en que se inició la desaparición de los dinosaurios, señalaron.