¿Cuánto es mucho salario? ¿A partir de cuánto se puede afirmar que se gana mucho? Me preguntaba eso a raíz del aumento que se otorgaron las y los diputados de nuestro país. ¿Ganan mucho o poco?
En principio el asunto no parece ser contable sino subjetivo. Las respuestas variarán en función de lo que gana quien opina. Si le preguntamos a una persona que gana el salario mínimo, mucho puede ser cinco mil pesos al mes. Si le preguntamos a un ejecutivo de una pequeña empresa, mucho puede ser 40 mil pesos. Si le preguntamos a un banquero o al dueño de una gran empresa, mucho puede ser lo que gana su contraparte europea o lo que tiene que desembolsar para pagar la nómina de sus empleados.
Esta última frase me lleva a pensar que con todo y que parece ser que nuestra opinión dependerá del lugar económico que ocupemos, depende también del bolsillo del que salga el dinero.
Si de nuestro bolsillo salen los honorarios que cobran en la Cámara de Diputados, tenemos entonces que tomar en cuenta otras variables antes de preguntar si es mucho lo que ganan nuestros/as legisladores. Pregunto: ¿valen lo que cobran? ¿Su capacidad, talento, inteligencia, experiencia merecen un salario superior a los 100 mil pesos mensuales? ¿Los resultados que nos entregaron el año pasado ameritan un aumento? En resumen, ¿los inquilinos de la Cámara de Diputados merecen cobrar 122 mil 565 pesos mensuales más un pago anual de 85 mil 939 pesos?
Pregunto porque en la defensa de su aumento que hicieron ante los medios de comunicación, yo lo único que oí fueron argumentos como: que si apenas es el equivalente a la inflación del año pasado, que si su ingreso se incrementó por las reformas a los impuestos que benefician a todos (¿quiénes serán todos?), que si ganan más los senadores, que si ganan más algunos servidores públicos, que si ganan más diputados de algunas legislaturas estatales. Pregunto: ¿de pura casualidad no se les ocurrió preguntarse si se lo merecían? Entonces respondamos nosotros, que somos, al fin y al cabo, las y los que pagamos su salario.
En principio me parece un insulto que en un país con tantos pobres y con tantas carencias los “representantes populares” ganen algo así como 102 veces más que el salario mínimo diario. Me parece una majadería que uno de nuestros diputados gane en un día lo que la mayoría de las y los trabajadores de México gana en casi 4 meses. Me parece un descaro que argumenten un aumento por razones de inflación cuando al grueso de trabajadores/as del país apenas se les aumentó poco más del uno por ciento.
Me parece una desfachatez que las y los responsables de definir el Presupuesto de Egresos hayan sido tan meticulosos con el Poder Judicial a quien se le recortó el presupuesto o con el Poder Ejecutivo al que se le reacomodó el presupuesto argumentando incluso excesivo costo en personal, pero en cambio, para sí mismos hayan sido realmente generosos.
Me parece un escándalo que las percepciones de las y los 500 legisladores vayan a representar una carga para el erario de 778 millones 364 mil 765 pesos. Y me parece cínico que la defensa de su aumento se base en lo mucho que ganan otros, cuyo salario, dicho sea de paso, también habría que revisar.
Si en verdad nos representaran las y los mejores yo no tendría mayor objeción en pagarles muy bien. Pero en general yo no veo a los garbanzos de a libra merecedores de las perlas de la Virgen. Si a eso le sumamos que los periodos de sesiones son pocos; que en realidad no nos representan a las y los ciudadanos de a pie sino a sus partidos políticos; que pueden, si quieren, tener otros empleos; que no están obligados a consultar nada con el pueblo que los eligió; si le sumamos eso y algunas otras minucias, diría no sólo que ganan mucho sino que nos salen carísimos.
Ahora que se está pensando en la reforma del Estado bien haríamos en repensar la manera en que funciona el Poder Legislativo. ¿Qué institución o poder puede cuestionar su Presupuesto de Egresos? ¿Qué instancia puede vigilar si cumplen o no su trabajo? ¿Quiénes pueden obligarles a no tener ningún otro empleo? ¿Cómo obligar a que en verdad representen a la ciudadanía y no a sus intereses o a los de su partido? ¿Cómo obligar a que nos consulten en temas de gran importancia y acaten nuestro mandato independientemente de lo que opine su partido? ¿Cómo sancionar a un legislador si a juicio de la ciudadanía no está haciendo bien su trabajo? ¿Cómo revocarle el mandato?
Y ya que estoy de preguntona, ¿alguien me puede explicar cómo es posible que le vayamos a aumentar el sueldo a Jorge Kahwagi, el boxeador convertido en flamante (es una manera de hablar) diputado que el año pasado tuvo el tiempo para participar en el reality show Big Brother y que para este año ya anunció que protagonizará otro reality de nombre “Soltero VIP”?, ¡¡¿A este tipo le vamos también a pagar 122 mil pesos al mes?!!
Algo anda muy mal y no es la contabilidad.
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