En Bagdad evitaron otras dos posibles masacres al lograr desactivar dos coches bomba abandonados en un punto de la capital.
Bagdad, (EFE).- Al menos 17 personas murieron hoy, lunes, en sendos atentados perpetrados en el interior del "triángulo suní", la zona más violenta de Irak y la que más dudas alberga sobre la posibilidad de que en ella se puedan celebrar las elecciones.
A primera hora de la mañana, hombres armados a bordo de varios vehículos tirotearon un puesto de radio en la carretera que une las localidades de Buhraz y Baquba, a unos 65 kilómetros al norte de Bagdad.
Siete guardias de seguridad iraquíes perdieron la vida en el acto y tres más fallecieron en el hospital, informaron fuentes policiales.
Casi al mismo tiempo, un suicida al volante de un coche bomba hacía explotar la carga frente a una comisaría de la localidad septentrional iraquí de Baiji, a unos 150 kilómetros al norte de Bagdad.
Según un portavoz de la Policía local contactado por EFE, al menos siete agentes perdieron la vida en el atentado, perpetrado en el centro de la ciudad, y más de una veintena resultaron heridos de diferente gravedad.
El suicida hizo estallar el vehículo cuando los agentes hacían cola en el inmueble para cobrar su salario mensual, añadió el portavoz.
Mientras, en Bagdad, los artificieros evitaron otras dos posibles masacres al lograr desactivar dos coches bomba abandonados en un punto de la capital, informó el Ministerio iraquí de Interior.
El portavoz ministerial, coronel Saleh al-Sarhan, explicó que ambos automóviles habían sido colocados junto a un complejo de tres edificios que acogen varias sede ministeriales y oficinas vitales del Gobierno interino iraquí.
"Un equipo de artificieros se personó en la zona, en la orilla este del río Tigris y logró desactivar los artefactos sin causar daños a nadie", indicó.
En la zona se hallan las sedes del Ministerio de Petróleo, de Electricidad y de Recursos Hídricos, así como oficinas del Ministerio de Interior.
Fuentes policiales informaron hoy, asimismo, del asesinato a tiros de dos funcionarios del Gobierno interino iraquí en la ciudad de Kut, cuando viajaban en dirección a esta localidad, a unos 150 kilómetros al sur de Bagdad.
Ayer, el hijo de un asesor del gran ayatolá Ali al-Sistani, máxima autoridad religiosa chií de Irak, fue tiroteado en el sur del país, mientras que Salama Jafaji, miembro chií del Consejo Nacional interino iraquí y candidata a los comicios del 30 de enero, salió ilesa, por segunda vez, de un intento de asesinato.
Los grupos de insurgentes que ensangrentan Irak ha intensificado en las últimas semanas sus ataques contra las Fuerzas de Seguridad iraquíes y los miembros del Gobierno interino, a los que acusan de "colaboracionistas".
Su objetivo declarado es mantener un clima de inseguridad que impida la normal celebración de los referidos comicios generales en todo el país.
La situación es especialmente cruenta y complicada en el "triángulo suní", corazón de la insurgencia en Irak, y su extremo más septentrional, la ciudad de Mosul.
Hoy mismo, un coche bomba hizo explosión cerca de un colegio electoral en el norte de esta última localidad, la tercera más populosa del país y también una de las más inestables.
Otros tres centros electorales fueron atacados en la ciudad meridional de Basora, sin que se sepa hasta el momento si estos atentados han causado víctimas.
Desde que comenzara el año, la incesante violencia que recorre el país ha segado la vida de más de 150 personas, entre civiles, fuerzas de seguridad iraquíes y soldados estadounidenses.
Ante esta situación, se han multiplicado las voces que sugieren un aplazamiento de los comicios, considerados la piedra angular del proceso de transición democrática.
Sin embargo, el Gobierno interino se niega a retrasar la convocatoria, pese a que ha admitido que las elecciones no serán perfectas y que la votación será restringida en cuatro de las provincias del país.
Sobre la consulta también pende la amenaza de boicot expresada por los principales grupos suníes, en cuyas zonas se concentra últimamente la violencia.
