Dejo de lado unas reflexiones intemporales que previamente preparé sobre el tema de la vida, para comentar los últimos acontecimientos sucedidos en el ámbito nacional. Primero, por la gravedad de los mismos y segundo, porque advierto que la delincuencia organizada no sólo reta al Gobierno Federal sino que nos reta a todos.
Mientras Cuauhtémoc Cárdenas anunciaba su decisión de buscar la candidatura a la Presidencia de la República por el PRD y por cuarta vez competir para ese cargo, los narcotraficantes torturaban y ejecutaban con saña a seis empleados del penal de Matamoros.
Al mismo tiempo, fuimos testigos de la forma grosera y soez en que se comportaron algunos de los delincuentes más peligrosos que se encuentran internos en penales de máxima seguridad.
A su vez, en Toluca, era ejecutado un abogado de Benjamín Arellano Félix, también en forma tan violenta que todos estos hechos, relacionados, nos indican que los capos de las mafias nos están retando y ofendiendo a todos como sociedad.
En ese contexto no nos queda otro camino que cerrar filas en torno de nuestras autoridades, respaldándolas y apoyándolas en todo cuanto esté a nuestro alcance. Porque si no lo hacemos así, en muy poco tiempo la descomposición social llegará a grados imposibles de revertir.
Nos debe quedar muy claro que los narcotraficantes no sólo están en abierta lucha contra el Gobierno, sino también contra la sociedad. Lo que le hagan a cualquier servidor público o a un particular, nos lo hacen a nosotros.
Por ello, considero que frente a esos hechos no debemos actuar con indolencia ni mucho menos solazarnos ante lo sucedido. Porque es común que movidos por el morbo consideremos que esa lucha es del Gobierno y que sus integrantes deben responder con toda la fuerza pública posible y uno sólo permanecer como simple espectador.
Es factible también que haya quien vea este enfrentamiento únicamente con la óptica del interés partidista y en ese sentido considerar como ventajoso el que la administración foxista se enfrente sola a los mafiosos.
Pero ambas ópticas están equivocadas. Porque la suerte del Gobierno es nuestra suerte y la de toda la sociedad. Si esta lucha se pierde, irremediablemente perderemos todos y las estructuras sociales caerán en manos de los narcotraficantes.
No debe perderse de vista que el narcotráfico no sólo quiere controlar y someter al Gobierno, sino que también busca corromper y envenenar a la sociedad; de manera especial a sus sectores jóvenes, porque de esa forma amplía y fortalece el mercado de quienes consumen sus ilegales productos.
Por ello, si el Gobierno llegara a perder esta batalla, la sociedad también perdería y nuestros niños y jóvenes quedarán a merced de los narcos. ¿Es eso lo que desea un buen padre de familia?
Un aspecto importante y fundamental en esta lucha, es el papel que jueguen en ella los medios de comunicación.
Debo confesar que me resultó muy desagradable ver la forma en que los narcotraficantes presos retaban y se mofaban de las autoridades. Creo que las televisoras no debieron haber trasmitido esas imágenes, porque al hacerlo ayudan a que se logren los propósitos de los narcotraficantes.
Una cosa es informar un hecho o acontecimiento y otra es hacer implícitamente apología de ese hecho. Lo que vimos en televisión se acerca más a esto último que a la información de un acto que debe ser del conocimiento de la sociedad.
Me tocó escuchar a algún “comentarista” de la radio que sostenía que esta lucha “se iba a poner muy buena” y que daría mucho material para futuros comentarios.
A mi juicio, actuar así es irresponsable, tendencioso y amarillista, por lo que quienes actúan de esa manera deben saber que son repudiados por la sociedad. Tiene que haber una forma de hacérselos saber.
Los directores y propietarios de medios de comunicación deben formular estrategias conjuntas para evitar que, so pretexto de “informar”, los jefes de noticieros y comentaristas hagan mofa o alienten, para lograr noticias, esta lucha que atenta contra México.
Todos tenemos algo qué hacer, algo qué aportar para confinar en las prisiones a todos los que violentan el orden jurídico, asegurándonos que nunca más salgan de ahí para afectar a nuestra sociedad.
Es tiempo de cerrar filas junto a las autoridades. Sólo así tendremos oportunidad de ganar esta batalla.