La actriz demuestra en una entrevista lo difícil que es responder a las preguntas.
EL PAÍS
MADRID, ESPAÑA.- ?No me gusta la introspección. Prefiero mantener el misterio sobre mí misma. No busco entenderme, explicarme o hacerme comprender. No quiero tener respuestas para las miles de preguntas que surgen?.
Como filósofa de la vida, Audrey Tautou, de 27 años, es tan respetable como cualquier otra. Como entrevistada, la actriz francesa es, simplemente, imposible.
Le preguntas: ¿en qué te pareces al personaje que interpretas en Las Muñecas Rusas, la cinta que estrenas hoy en España? Y responde: ?Nunca me lo planteo. No busco las diferencias o similitudes que existen entre mi persona y mi personaje?.
¿Qué esperas aprender en el filme El código Da Vinci, en el que compartirás plano con Tom Hanks? ?Nunca espero nada de la película en la que estoy trabajando?.
Puede que tanta dispersión se deba al sol, que dice, cae a plomo sobre el rodaje en París de la traducción al cine del best seller policiaco-esotérico de la década. Una obra que ya han leído más de 44 millones de personas en todo el mundo y que, en las manos del director estadounidense Ron Howard, promete convertirse en el éxito taquillero del año que viene.
¿Acaso detesta la promoción? ?No. Pero no fue ésa la razón por la que elegí ser actriz. Si me he puesto esta tarde al teléfono para contestar preguntas es porque estoy muy orgullosa de Las Muñecas Rusas?.
Hablemos de ella entonces. Seguro que recuerdas Una Casa de Locos, aquella comedia europeísta que vieron unos 90 mil espectadores en España en 2003. Un piso de estudiantes en Barcelona, hijos e hijas del Tratado de Maastricht y Xavier (Romain Duris), un erasmus que se debatía entre su realidad, una novia de toda la vida (interpretada por la Tautou) y un respetable futuro como economista, así como sus deseos de salirse del jarrón y convertirse en escritor.
En su continuación, Las Muñecas Rusas (que hasta el 19 julio vieron más de 2 millones 218 mil espectadores en Francia), los personajes y las preocupaciones han envejecido con los actores y, como Audrey, ya rondan los treinta. ?Esto es lo que hace la propuesta de Cédric Klapisch (director de ambas) tan interesante. Es apasionante conocer la evolución de un personaje a la vez que el actor envejece con él. La vida ha pasado dentro y fuera de la pantalla?, asegura la actriz.
En su caso, decir que ?la vida ha pasado? es un eufemismo de la peor clase. Cuando Una Casa de Locos arrasaba en las taquillas europeas, Audrey Tautou estaba demasiado ocupada tratando de llevarse bien con una nueva amiga llamada Amélie Poulain. Un papel que, pronto quedó claro, es de los que marcan el resto de una vida. ?Ahora, al menos, no es todo tan extraño. No es que me sienta cómoda con la fama, es que al menos me he acostumbrado; es mi vida, y tengo que aceptarla?, explica.
En estos cuatro años, la terapia de Audrey parece haber consistido en aceptar personajes que nos hiciesen olvidar a la chica que repartía felicidad en Montmartre. Una serie de películas sin éxito comercial, un drama histórico (Largo Domingo de Noviazgo) del director de Amélie, y después llegó el papel de Sophie Neveu, la criptóloga del dichoso Código. Un papel obtenido a pesar de Sophie Marceau o Kate Beckinsale, una película de cien millones de dólares, el salto a Hollywood y? ¿un éxito asegurado? ?No lo sé. Mi trabajo es actuar. No saber sobre vender las películas?. Al parecer, tampoco lo es abrirse a la prensa.
