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Autopistas malas y caras

Juan de la Borbolla R.

No es desgraciadamente un caso inédito el que un grupo organizado de ciudadanos tomen violentamente por unas horas las casetas de cobro de alguna autopista; medida que constituye en sí misma un delito federal, pero que muestra la desesperación de individuos frente a lo caro y al mal estado en que se encuentra buena parte de nuestra red carretera.

Están en muy malas condiciones buena parte de las carreteras mexicanas, incluidas aquéllas en las que hay que pagar una cuota de peaje, precio que se supone debiera servir para mantener en permanente estado de óptimo funcionamiento a vías de comunicación terrestre por las que ya inicialmente hemos pagado a través del entero de nuestros impuestos, los causantes impositivos.

Solamente una mínima parte del kilometraje de las carreteras de la red federal se encuentran en buen estado, el resto está en situación grave por el deterioro que tienen, debido a que durante años no se les ha dado el mantenimiento adecuado. Por el estado en que se encuentra la red carretera de las que comúnmente se denominan “libres”, se requeriría una inversión anual superior a dos mil cien millones de pesos para que estén en condiciones regulares a medio plazo.

Por otra parte, las autopistas construidas mediante financiamientos de grupos particulares durante el sexenio salinista y posteriormente “rescatadas financieramente” durante el zedillista también se han venido deteriorando en su mantenimiento bajo la administración de Caminos y Puentes Federales, por lo que muchas de ellas empiezan a estar en esa situación de intransitabilidad en que se encuentran buena parte de las llamadas carreteras libres y eso que es justo repetir, hay que hacer una especie de doble tributación al pagar en la caseta el precio del peaje tras haberse financiado su construcción o rescate a través de los impuestos.

Fue excelente el enorme esfuerzo caminero que multiplicó en los últimos años la cantidad de kilómetros de autopista en nuestro país. Pero qué pena que al mismo tiempo se descuidara tan lamentablemente esas carreteras “libres” que en muchos casos constituyen la única alternativa de transporte para personas y mercancías; alternativa que al estar en estado cercano al colapso, colapsa también la vida económica, productiva y social de muchas regiones de nuestro país.

Qué pena también que se dé en este rubro como en otros, esa especie de doble tributación consistente en pagar unos impuestos que sustentan la obra pública de infraestructura y de servicios públicos y además tener que pagar cuotas adicionales en carreteras, las cuales también en los últimos tres o cuatro años han dejado de tener el mantenimiento que otrora tenían, aunque ello no obste para que sean los primeros servicios a los que se les suba el precio, cada que hay una “adecuación” por motivos inflacionarios, prueba de ello es que podemos ufanarnos de tener la carretera de cuota más cara del mundo; la de México a Toluca, sin que ello implique por supuesto, que sea la mejor.

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