En esta discusión, parece no haber posturas intermedias.
Ante el decreto de regularización de los llamados autos “chuecos”, cuya publicación en el Diario Oficial de la Federación se había anunciado para hoy, los distribuidores y fabricantes de automóviles, principales detractores de la decisión asumida por el Gobierno, advierten que la medida traerá consecuencias funestas en materia económica y ecológica.
Lo anterior, debido a que los vehículos en cuestión serán vendidos en el mercado nacional a precios muy inferiores que los armados y distribuidos por la industria automotriz mexicana, lo cual ocasionará una competencia insostenible, situación que mermará las ganancias del sector. Por otra parte, alertan que, debido a que la mayoría de las unidades introducidas al país son y seguirán siendo de desecho, la medida traerá un impacto negativo para el medio ambiente por la contaminación que los viejos motores generarán.
La crítica de los representantes del sector automotriz llega hasta cuestionar las reales intenciones del Ejecutivo Federal al tomar decisión de tal magnitud. Los empresarios no dudan en pensar que se trata de una medida con claros tintes electorales para ganar miles de simpatizantes -los beneficiados con el decreto-, con miras a los comicios de julio de 2006.
Por su parte, estos últimos argumentan a favor de la regularización la necesidad de contar con un carro en condiciones medianamente aceptables pero a precios adecuados a sus posibilidades.
Sin duda, las dos posturas son irreconciliables dentro del marco actual de una economía mexicana incapaz todavía de brindar las mismas oportunidades a todos los habitantes de este país. Ambos bandos pueden tener razón.
Lo que preocupa es que, quien debiera situarse firmemente en medio de los dos, el Gobierno, adopta más bien una postura incongruente y oscilante. Baste recordar que hace apenas unos meses, la Policía Fiscal realizó en la región, como en otros lugares de la República, algunos operativos de decomiso de coches “chuecos”, los cuales, incluso, tuvieron como desenlace la violencia. Hoy, sin embargo, se decreta la regularización.
