EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- El escenario del Teatro Nazas se convirtió en un verdadero salón de baile de principios del siglo pasado, inundado de pasión y mucho sentimiento, que sólo el tango es capaz de provocar.
Tanguera se presentó anoche en dos funciones, en la primera de las cuales pocas butacas fueron ocupadas, especialmente las de la parte de abajo.
No obstante, el musical derrochó calidad y los bailarines mucha energía, con vistosos vestuarios e impresionantes pasos, enmarcados en una técnica especial y gran dominio del escenario.
Inmigrantes y criollos, rufianes y compadres, prostitutas y ?milongueros? hicieron su aparición sobre el escenario, en una historia de amor aderezada con la sensual música argentina.
Trata la vida de Giselle, una joven francesa que llega a Buenos Aires a principios de 1900, en busca de su gran amor, Lorenzo, aunque nunca se imaginó que el destino la llevaría por otros caminos. Sus ilusiones se ven frustradas cuando cae en manos de gente perversa, que la obliga a trabajar en un cabaret, del que más tarde se convierte en la estrella.
Y como siempre, las pasiones son la perdición del hombre? el coraje se hizo presente, pero también el amor. Luchas que son el pretexto para más bailes, y sensualidad, mucha sensualidad. Sin más diálogo, que el que sus cuerpos les permiten, los más de 20 bailarines en escena transmitieron todas esas emociones.
Sin intermedio, por más de una hora Tanguera mantuvo a los espectadores atentos. El juego de luces y la escenografía complementaron la pieza al máximo. Pequeñas mesas de cabaret, iluminadas por lámparas de colores, y al fondo la barra, desde donde otros rufianes observaban el baile esperando su turno.
Y al final, el aplauso. Como siempre, el público lagunero supo reconocer el talento que tuvo enfrente y lo demostró con la ovación.