Por fin, tras 16 días de lluvia constante, ayer se abrió el cielo en el sureste mexicano. El presidente Fox sobrevoló algunos municipios afectados y declaró concluida la emergencia que causó el huracán Stan; “lo peor ya pasó y ahora inicia la etapa de reconstrucción”. Sin embargo, los números oficiales de la tragedia, aunque fríos, permiten afirmar que nadie puede sentirse aliviado y mucho menos los miles, millones de damnificados, desplazados y que sufren en carne propia la devastación.
El secretario de Gobernación, Carlos Abascal Carranza, lanza un llamado contundente: “¡ayúdenos!”, ya que el recuento de los daños es francamente demoledor. En Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla e Hidalgo hay un total oficial de un millón 954 mil personas afectadas por el huracán y se han registrado 15 pérdidas humanas, ocho en Chiapas, tres en Puebla y cuatro en Oaxaca. Y por si fuera poco, hay 173 mil viviendas afectadas de las cuales dos mil 254 son pérdida total, casi todas ellas en Tapachula; 444 municipios se encuentran en “estado de emergencia” y un total de dos mil 956 comunidades afectadas que requieren con urgencia de los recursos del Fondo Revolvente del Fondo de Desastres Naturales (Fonden).
Según los datos de la Secretaría de Gobernación, hay 54 ríos desbordados, más de 12 mil líneas telefónicas dañadas, lo mismo que 251 escuelas, 121 puentes vehiculares y peatonales y 364 caminos afectados. Carlos Abascal señala que se registraron fallas eléctricas en 350 mil casas y que 54 hospitales se vieron dañados por la tormenta, de los cuales 20 son unidades hospitalarias con pérdidas totales.
Y como bien lo señala el funcionario federal, “lo que significa el sufrimiento humano no puede ser descrito por estas cifras”, por lo que se impone un llamado a los mexicanos en lo general y a los laguneros en lo particular a manifestar su solidaridad con los hoy luchan por sobrevivir en las condiciones más desfavorables. Fox dice que lo peor ya pasó, pero quién sabe si las decenas de miles de compatriotas, que si bien salvaron la vida, perdieron absolutamente todo y hoy viven en la desesperanza, se puedan sentir reconfortados con el diagnóstico del primer mandatario.
