El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Estados Unidos, México y Canadá), ha permitido el crecimiento de las exportaciones mexicanas en 500 por ciento (de cuarenta mil millones de dólares a ciento cincuenta y seis mil millones).
Siguiendo este modelo, México ha firmado tratados comerciales con cuarenta y tres naciones, disminuyendo o cancelando los aranceles de importación y exportación de gran cantidad de mercancías. Falta mucho por hacer, porque hasta ahora a pesar de contar con esos instrumentos jurídicos, las exportaciones mexicanas son en un 85 por ciento para Estados Unidos. No hemos aprovechado las posibilidades de comercio que ofrecen los países con los que tenemos tratados comerciales firmados. Si aumentáramos las exportaciones, crecería la economía del país y se crearía una cantidad importante de nuevos empleos fijos y bien remunerados.
Nuestro comercio con la mayor parte de esos países es deficitario. Les compramos más de lo que les vendemos. Considerando nada más a Estados Unidos, les compramos anualmente dos mil millones de dólares más de lo que les vendemos.
El 15 por ciento de nuestras exportaciones son de petróleo y con los precios actuales de los hidrocarburos, México ha tenido un aumento sustancial en sus ingresos petroleros. En lo que va del año, México ha ganado por la venta de petróleo dos mil millones de dólares más de lo que ganó el año pasado en los primeros cinco meses del año. Este es un dato positivo, pero no hay que perder de vista, que no tenemos ninguna posibilidad de incidir en los precios de los hidrocarburos. Cuando bajen los precios, bajarán los ingresos. No se puede fincar la estabilidad económica del país en un producto tan volátil.
Las remesas que los emigrantes mandan a México mes con mes, están apoyando la economía nacional. Las cifras no parecen muy confiables, en gran parte porque hasta hace poco no se seguía de cerca el proceso, pero ya para este momento se está hablando de más de diez mil millones de dólares al año. Esta cantidad sobrepasa sobradamente nuestro déficit comercial y estabiliza la economía del país.
Ojalá se multipliquen rápidamente las empresas familiares que están comenzando a surgir en el país, financiadas con remesas mandadas por parientes desde Estados Unidos.
Otra faceta de esta realidad es el crecimiento de las exportaciones hacia países con los que no tenemos tratado de Libre Comercio. Se trata de cantidades relativamente pequeñas, pero con un crecimiento de más del 40 por ciento en promedio.
Algunos ejemplos son desconcertantes: Aruba que en el año 2000 nos compraba 17 millones, en 2004 nos compró 1277 millones de dólares de aceites crudos, tequila, algodón, cerveza y valijas.
Bermuda que en el año 2000 nos compró 114 millones en 2004 compró mil 61 millones de dólares de medicamentos, ron, tequila, alcohol etílico y productos de alcohol para la elaboración de bebidas.
Siendo conscientes que la falta de reformas estructurales impiden el avance del país y paulatinamente nos están haciendo menos competitivos en el mercado mundial, hay otras posibilidades que están al alcance en forma inmediata, como puede ser el apoyo a programas que impulsen la exportación de productos mexicanos. Estos programas están disponibles en la Organización Mundial de Comercio. Allí se indican las normas de calidad de los productos, las normas de sanidad que deben tener los alimentos de origen vegetal y animal, cómo se logran esos estándares de calidad y sanidad y qué condiciones impone a los productos el país al que se pretende exportar, porque hay países que por encima de las normas generales imponen otros condicionantes o al contrario, hay países cuyas exigencias están por debajo de los estándares que están en el acuerdo general de la OMC.
El financiamiento para estos programas puede obtenerse del mismo Gobierno, de empresas privadas interesadas en exportar, o del fondo que la Organización Mundial de Comercio, tiene destinado precisamente para este tipo de programas.