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Balance

A punto está Enrique Martínez y Martínez de abandonar, junto con sus colaboradores, el Palacio Rosa de Saltillo, el cual será ocupado por Humberto Moreira Valdés y su gente a partir del primer día de diciembre.

Empresarios, ciudadanos y funcionarios hacen sus balances sobre el trabajo desempeñado por la Administración Estatal 1999-2005 y plantean sus expectativas para el sexenio que está por iniciar.

En La Laguna, la gestión de Martínez será recordada por muchas cosas, pero, sin duda, una obra sobresale por sus características, su magnitud y la controversia generada en torno a ella: el Distribuidor Vial Revolución (DVR), el cual puso a dura prueba la capacidad de respuesta de las autoridades ante un cuestionamiento severo por parte de una ciudadanía desengañada frente a lo evidente.

Obviamente que el Gobierno “martinista” fue más que DVR, para bien y para mal. Como puntos positivos puede destacarse la apertura para trabajar en conjunto con los gobiernos Federal y municipales y ejecutar obras de gran importancia en varias ciudades, por ejemplo, en Torreón, la ampliación del Periférico. La proyección que se le dio al estado y a la región a nivel nacional e internacional con reuniones importantes como la Conferencia Binacional de Gobernadores Fronterizos y la Conferencia Nacional de Gobernadores, fue otro aspecto favorable, así como el mantenimiento de la estabilidad política, la seguridad pública y el saldo de una deuda en ceros.

Pero la labor de Martínez y Martínez no escapa a las críticas, entre las que se pueden mencionar, además del problema con el DVR y el manejo que hizo del mismo, su autopromoción con miras a convertirse en precandidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República, la inamovilidad -pese a todo- de su gabinete; la escasa inversión en infraestructura y apoyo para las comunidades rurales, y los proyectos pendientes que deja: el arco vial (nuevo Periférico) de La Laguna, el programa de modernización del transporte Transforma, y los acotamientos de la carretera Torreón-Saltillo, entre otros.

Todo lo anterior debe tenerlo muy presente el todavía gobernador electo, Humberto Moreira, quien deberá superar los logros de su antecesor y corregir y evitar las fallas del mismo, si quiere ganarse la aceptación de una pujante región celosa de atención, cuyos habitantes, en su mayoría, cabe recordar, no votaron por él.

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