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Beato Anacleto

Juan de la Borbolla

El carismático “maistro Cleto”: el culto orador, estudioso abogado, fluido escritor y notable maestro de jóvenes comprometidos con el ideal cristiano ha sido proclamado solemnemente, beato por parte de la Iglesia Católica, con lo que se nos presenta ya de manera oficial como modelo de vida e intercesor ante Dios.

Anacleto González Flores fue un líder laico muy activo entre 1915 y 1927, año de su martirio a manos del Gobierno Federal, al mando del presidente Plutarco Elías Calles, perseguidor acérrimo de los católicos de México.

Organizó la Unión Popular, movimiento obrero, femenino, campesino y popular que buscaba fomentar la catequesis y oponerse, activamente, primero al Gobierno local y, más tarde, al federal en contra de las medidas de supresión de libertades religiosas.

Casado con Ma. Concepción Guerrero y padre de dos hijos, el “maistro” Cleto, (como se le conocía popularmente) había nacido en Tepatitlán, Jalisco, en julio de 1888.

De orígenes humildísimos: hijo de un tejedor de rebozos alcohólico y de una madre trabajadora y piadosa, desempeñó los más diversos oficios hasta titularse como abogado en 1921, a los 33 años de edad, tras haber tenido que volver a realizar todos sus estudios dado que nunca le convalidaron el título obtenido en la Escuela Libre de Derecho de Jalisco.

En 1924, al ser clausurado el Seminario de San José, por mandato del gobernador de Jalisco, José Guadalupe Zuno, organizó un Comité de Defensa del que posteriormente surgiría la Unión Popular y fundó el semanario Glaudium, que alcanzó un tiraje de cien mil ejemplares.

Ya en 1922 había coordinado el primer Congreso Obrero Católico en Guadalajara y organizado la Conferencia Nacional Católica del Trabajo que se extendió por todo el país.

En mayo de 1925 en la Ciudad de México se fundó la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa que favorecía el recurso de las armas, pero Anacleto no estaba de acuerdo, insistía en la sola fuerza moral para ganar la batalla. En 1926, militantes llegaron de la capital con un ultimátum para la Unión Popular, obligándole a entrar en la Liga. Al año siguiente comenzó el movimiento armado, que aceptó con mucho pesar.

El general Jesús Ferreira decidió acabar con la Unión Popular tomando preso al “maestro”. El 31 de marzo de 1927 fue arrestado. Su martirio tuvo lugar al día siguiente, viernes primero de abril: sus verdugos le colgaron de los dedos pulgares y le desollaron las plantas de los pies; después a punta de bayoneta le fueron haciendo heridas para que delatara dónde se encontraba escondido el arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez. Finalmente, la hoja de acero penetró un pulmón tras lo cual murió; minutos antes tres compañeros de lucha y de martirio eran fusilados en el patio de la misma prisión.

Antes de expirar, Anacleto le dijo al general: “lo perdono a usted de todo corazón; muy pronto nos veremos ante el tribunal divino, el mismo juez que me va a juzgar será su juez; entonces tendrá usted un intercesor en mí con Dios”.

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