CIUDAD DEL VATICANO (AP) .- El papa Benedicto XVI pronosticó que tendrá un "reinado breve", en comentarios a los cardenales después de su elección, y su hermano, Georg Ratzinger, dijo el miércoles que temía las consecuencias del estrés para el pontífice de 78 años.
Joseph Ratzinger ha sufrido, entre otros males, un derrame cerebral en 1991, lo cual da lugar a interrogantes acerca de la duración de su pontificado y si el mundo verá nuevamente a un papa sucumbir a la edad y los achaques en un escenario público. Benedicto es el papa más anciano elegido en los últimos 275 años.
Prelados alemanes han expresado preocupación por la salud Ratzinger. Un cura joven de Colonia, que pidió no ser identificado, dijo a la AP en Roma que Benedicto tiene problemas para dormir y una "constitución delicada". El hermano del papa expresó algo similar en una entrevista televisiva.
El Vaticano se negó a hacer declaraciones el miércoles sobre la salud de Benedicto, señalando que era un asunto privado. El Vaticano sólo confirmó que Juan Pablo II sufría el mal de Parkinson después de su muerte, a los 84 años.
Pero varios cardenales reconocieron que el reinado de Benedicto se medirá en años, no décadas, y que probablemente no será un papa trotamundos como lo fue Juan Pablo al tomar el timón de la iglesia a los 58 años.
Si bien aparentemente no sufre problemas crónicos, el alemán fue internado por lo menos dos veces a principios de los 90. En septiembre de 1991, un derrame hemorrágico afectó temporariamente su visión, según el periodista John Allen en su libro "Cardinal Ratzinger", publicado en 2000. No hay indicios de que el derrame haya dejado secuelas.
Un derrame hemorrágico, puede ser causado por hipertensión, trauma o debilidad de los vasos sanguíneos, a diferencia de un derrame isquémico, causado por oclusión de vasos sanguíneos en el cerebro.
En agosto de 1992, durante unas vacaciones en los Alpes italianos, Ratzinger se golpeó la cabeza contra un radiador, sufrió un desmayo y una fuerte hemorragia, informó en ese momento la agencia ANSA.
Un año después, dijo a la revista Time: "Gracias a Dios, casi no quedan rastros".