NUEVA YORK, NY.- Rafael Nadal, el chico maravilla que ha revolucionado el tenis, se despidió ayer en la tercera ronda del US Open, víctima de un inspirado estadounidense James Blake.
El español Nadal, el segundo cabeza de serie y ganador de nueve títulos este año, se vino a pique en el último set, en el que perdió los últimos cinco juegos para acabar perdiendo 6-4, 4-6, 6-3, 6-1.
Falto de confianza y sin regularidad, el campeón de Roland Garros no pudo hacer mucho ante Blake, que fue todo lo contrario y es la postal de un hombre que ha tenido que pasar por varios avatares en el último año. En mayo de 2004, cuando practicaba en Roma dentro del Abierto de Italia, Blake se golpeó contra el poste de la red y se fracturó el cuello. Dos meses después, su padre murió de cáncer. También sufrió de un caso de herpes zoster, que temporalmente le paralizó los movimientos en el rostro.
Se deslizó hasta el puesto número 210 del ranking por su prolongada inactividad y entró al cuadro principal gracias a una invitación de ?wild card?. Pero ha resurgido en las últimas semanas, incluyendo su conquista del torneo de New Haven la semana pasada, escaló al puesto 49 en la ATP, y ahora emuló su mejor actuación en torneo del Grand Slam.
?Ojalá tuviese un mejor vocabulario para describirlo?, dijo tras su triunfo en la cancha del Estadio Arthur Ashe y que lo catapultó a los octavos de final. ?Cuando tienes a 20,000 gentes coreando tu nombre, tus amigos apoyándote... Desearía, de veras desearía, que cada individuo aquí sintiera la sensación que tengo ahora mismo?.
Nadal, en cambio, era el rostro de la desazón, masticando con amargura la tapa de una botella de agua. ?Tengo ganas de irme a Mallorca esta misma noche?, dijo en alusión a su ciudad natal. ?En ningún momento sentí que tenía mi mejor nivel. Ha sido un mal momento para jugar mal.
?James ha pasado por momentos muy difíciles y me pone contento que un buen tipo disfrute esto?, afirmó Nadal sobre su oponente.
Alguien le preguntó si llevaba algo positivo de su experiencia en Nueva York. Nadal, que tiene 19 años, respondió jocosamente: ?Sí, el tigre blanco de peluche que me compré?.
