Estrasburgo (Francia), (EFE).- El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) decidirá en las próximas semanas si una mujer británica tiene derecho a concebir un hijo a partir de un óvulo suyo congelado tras ser fertilizado con el esperma de su ex compañero, quien deniega ahora su consentimiento.
A la audiencia sobre el caso celebrada en la Corte de Estrasburgo (noreste de Francia), asistió la demandante, Natalie Evans, de 34 años, pero no tomó la palabra en los debates.
A Evans se le diagnosticó un estado pre-cancerígeno de ovarios, por lo que, a propuesta de los médicos, su compañero (de apellido Johnson) y ella se sometieron a un tratamiento en octubre y noviembre de 2001, una vez que él le aseguró que no tenía intención de poner fin a la relación.
Así que fertilizó sus óvulos con el esperma de Johnson, con el resultado de seis embriones conservados.
Siete meses después, la relación entre ambos terminó y Johnson retiró su consentimiento para la conservación de los embriones, basándose en la Ley de 1990 sobre fertilización y embriología humanas.
Los tribunales británicos rechazaron las demandas interpuestas por Evans, quien acudió al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para evitar que los embriones fueran destruidos en la clínica donde se conservan.
El Tribunal aplicó el artículo 39 de su Reglamento (medidas cautelares que se resuelven de inmediato) e impidió el pasado mes de febrero la citada destrucción, a la espera del examen de la demanda.
La defensa de Evans ha argumentado en la audiencia que los seis embriones congelados representan para la mujer su última posibilidad de ser madre y que su único "error" ha sido haber mostrado ante su compañero "la confianza que las mujeres siempre tienen en los hombres".
En cuanto a Johnson, aseguró que "ha limitado la capacidad reproductiva de Evans, tras las promesas incumplidas".
En la demanda, se invocan los artículos 2 (derecho a la vida), 8 (derecho al respeto a la vida privada y familiar) y 14 (prohibición de la discriminación) del Convenio Europeo de Derechos Humanos.
Por su parte, el representante del Gobierno británico ha insistido en que los dos pilares de la ley de 1990 son el consentimiento de los padres y el bienestar del niño, es decir, que "no sería deseable que el hijo naciera contra la voluntad de sus padres" y obligar a Johnson a ejercer este papel.
En la audiencia, presidida por el juez andorrano, Josep Casadevall, Evans se ha mostrado tranquila, si bien, en varias ocasiones, ha afirmado o negado con la cabeza, según hablara su defensa o el representante del Gobierno británico.
El caso Evans no está exento de polémica, ya que el tribunal de Estrasburgo jamás se ha pronunciado abiertamente sobre un eventual derecho a la vida de los embriones.