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Buenos para diagnosticar, malos para curar/Del tintero

Fidencio Treviño Maldonado

México ha sido por décadas el enfermo terminal y agonizante al que cada seis años le asiste un curandero, chamán o doctor especialista en todo; los todológos inundan el país de promesas, con sonrisas congeladas en los espectaculares, frases redentoras en radio y televisión, en pendones al garete, colgados de cualquier poste o columpiándose al aire meciéndose junto a sus sueños fallidos y sus promesas inextricables e imbuidas en su oscuro pensamiento y en algunos casos obtuso cerebro, que entre otras cosas, forman parte del crisol humano, sobre todo en algunos políticos anacefálicos.

Pueblo el nuestro, tejido con hilvanadas de circunstancias, sazonado con mitos de luces y sombras donde ni las pócimas de las recetas caseras e importadas han sido capaces de curar la apatía ni la indolencia de nuestros gobernantes.

Ahora ante los siniestros naturales en los estados sureños vimos cómo el Estado ni previene, mucho menos remedia y demuestra que muchas instituciones encargadas para esas labores actúan como simples ratas (el caso de los encargados del Fonden) igual sucede en todos los rezagos que se sabe existen, algunos en su mayoría, causados por ellos mismos (los políticos) y sin embargo, es poco o nada lo que hace la cúpula por remediar, rezagos tangibles que cada candidato pondera para en su discurso literalmente arreglarlos, aunque no digan cómo, cuándo, con qué y dónde...

Es decir, nuestros funcionarios públicos no siguen ninguna regla ni de fondo, mucho menos de forma, no hay atrevimiento en nuestros políticos inmersos en el cáncer de corrupción y sin cura y como están las cosas sin remedio alguno...

Los chamanes ciegos que nos gobiernan y los que pretenden gobernar el pueblo, ven un Estado terminal en nuestro país y sólo tienen ojos clínicos para hacer crecer, según ellos, sus valores en los votos y en sus acciones, donde además se acreditan la victoria sobre los rezagos con la clásica estrategia de convencer al pueblo de que sólo en función de ellos (los políticos y aspirantes) pueden lanzar las campanas a vuelo tocando nuevamente a rebato porque son los mejores doctores para curar un país sufrido y con llagas, sin el consuelo siquiera de cicatrizar, todo esto en un gesto de sobredosis de facundia (demagogia) irresponsable y distante de la realidad.

Así nuestros políticos cuando piden o limosnean el voto son todo dulzura y ya como representantes de dependencias públicas son la otra cara de la moneda, no conocen a nadie que no sea de su misma cofradía o lo que es lo mismo, de su misma calaña; al igual sucede con cientos de doctores de las instituciones del Gobierno (Ssa, ISSSTE o IMSS) en sus consultorios privados son unos y en los hospitales o clínicas de servicio público, como prestadores de servicios son los doctores Haydes, una gran distancia de hablar y actuar, coloquialmente hablando “del dicho al hecho hay mucho trecho”.

Respecto al futuro que se dibuja en nuestros horizontes con los candidatos propuestos, la verdad no hay a quién apostarle, porque a estas alturas en México sólo las apuestas están en juego y los horizontes de naturaleza esperanzadora están sustentados desgraciadamente en el odio y violencia dentro y fuera de sus propios partidos (PRI, PRD, PAN, PVEM, PT, etc.) con un nacionalismo y autonomía tribal y con el germen de choque incluyendo los malos modos de las mentes calenturientas e irracionales de nuestros “doctores” políticos, con estos diagnósticos nada bueno se puede esperar.

Los diagnósticos del país respecto al cúmulo de rezagos actuales son aterradores, un campo y agro desolado e improductivo, una educación trastocada, en manos del corporativista SNTE que ni forma, mucho menos informa a los estudiantes o futuros profesionales.

Los servicios de salud, enfermos y algunos institutos curados en salud, la corrupción a la vuelta de cualquier esquina con funcionarios corruptos y prostituyéndose al mejor postor. La Ley en manos de unos justicieros obsequiosos con los de su partido. Los líderes sindicales dando recetas caseras de democracia. El desempleo disfrazado y simulado por el Gobierno en gráficas fantasmas, a estos botones de muestra de la extensa mercería se le puede agregar el condimento de los nuevos acontecimientos en política interior y exterior que en nada son halagadores y en el mejor de los casos, es sólo un esbozo de la radiografía del país el que presentan los todológos políticos que aseguran que sólo ellos pueden sacar al enfermo del trance y de la sala de cuidados intensivos; y bajo este argumento dialéctico sin sustento, no hay capacidad en un futuro cercano para remediar los desastres, en primer lugar porque no existen razones humanitarias de parte de quien lleva o pretende llevar las riendas del país.

Por el otro lado el virus de la corrupción parece ser que ni la pálida quimioterapia aplicada por la justicia nacional sea capaz de cuando menos aliviar...

Total, todos los candidatos saben o dicen conocer y hasta obsequiar el diagnóstico del país, pero este seudoarticulista y amigos que lo acompañan pueden asegurar que ninguno de los tres ilusos y ahora mosqueteros (Roberto Madrazo, Felipe Calderón o Andrés Manuel López) tienen la suficiente capacidad, conocimiento o siquiera una pálida pizca de honradez para medio curar al país de ese cáncer que se llama corrupción y, que como están las cosas y a estas alturas del juego, con arreglar la corrupción el país y todos los sectores que integran el pueblo cuando menos dejaría por un tiempo de sufrir las fiebres cada seis años.

Correo-e:

linga_1031@hotmail.com

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