En la actualidad, cuatro niños trabajan como pepenadores
Citlalli Zoé Sánchez |
El Siglo de Durango
El trabajo de menores de edad en la Planta de Transferencia casi ha sido erradicado, comenta el líder de los pepenadores, Ramón Álvarez Meza, quien abunda que sólo quedan cuatro niños que desempeñan esa labor pero con el respectivo permiso y con la constancia de estudios correspondiente.
En efecto, en un recorrido realizado por El Siglo de Durango, se constató que son pocos los infantes que transitan entre la basura al lado de sus padres. La mayoría de ellos son atendidos en el Centro de Atención Infantil y Juvenil que se encuentra anexo al sitio.
De acuerdo con lo establecido por Raquel García Vallejo, encargada de la estancia, actualmente reciben a 80 infantes, desde bebés de seis meses de edad hasta los mayores, que tienen 15 años y cursan el nivel escolar medio básico.
Por lo general, abren sus puertas al mediodía, pues aunque al principio se pensó en un doble turno de atención, eran muy pocos los niños que acudían, pues por lo general asisten a clases por la mañana. Así arriban los pequeños, con la cara sucia y despeinados, pero de inmediato son enviados a bañarse, luego les sirven sus alimentos. El resto de la tarde la ocupan para hacer su tarea, se divierten un rato y después vuelven a sus hogares.
Mientras tanto, sus progenitores buscan el sustento diario entre los desperdicios, entre lo que ya no ha servido a miles de ciudadanos, pero que para ellos todavía puede ser aprovechado. Según Álvarez Meza, la situación en el basurero municipal ha cambiado de manera favorable.
Antes se hablaba de la presencia de personas que aprovechaban el lugar para consumir drogas o que después de cometer un ilícito se refugiaban allí. Pero con un centinela durante 12 horas, con un horario de salida fijo, las condiciones ?laborales?son buenas.
Comenta que el acuerdo es que los niños no deben pepenar, pero es innegable que hay adultos que requieren el apoyo de sus hijos para obtener más ingresos, así que les dan la autorización. No obstante, existen casos de padres que introducen de manera clandestina a sus vástagos, burlando la vigilancia.
?Le pedimos a las autoridades que queríamos tener vigilancia las 24 horas, pero nos dijeron que no se podía porque pues son pocos los elementos que tienen para todos los servicios, pero con este apoyo ya nos va mejor?, platica el hombre que porta una cachucha para disminuir los estragos de los rayos del sol en su rostro.
El padrón de pepenadores alcanza las 380 personas, pero rara vez se reúnen todos a una misma hora. ?Pues es que el trabajo es muy cansado, a veces somos como 160?, abunda el dirigente gremial.
Pese a las condiciones adversas en las que se han desenvuelto los chiquillos, pues pasaban varias horas entre la basura, gozan de una excelente salud, parecen inmunes a cualquier enfermedad, tal vez por los anticuerpos que han desarrollado, según comentan sus maestras basándose en el examen médico que les practican de manera regular.
NOTA RELACIONADA
TESTIMONIO
La piel del rostro de Luis Felipe Romero está agrietada aunque apenas tiene nueve años de edad. Sonríe mucho pero casi no habla. Apenas está aprendiendo a leer y escribir, ya que no tiene acta de nacimiento y no puede inscribirse en una primaria.
Por las tardes va al Centro de Atención Infantil y Juvenil de la Planta de Transferencia, pero por las mañanas ayuda a su mamá, que es pepenadora.
Dice que le gusta buscar cosas entre la basura, sobre todo porque a veces se encuentra objetos que son de su agrado, como por ejemplo carritos de juguete o hasta monedas de diez pesos, cantidad máxima que ha tenido la suerte de descubrir.
Comenta que disfruta convivir con otros niños en el Centro; además, ?les cuentan cuentos?. Y en su caso, hasta el momento no ha pensado qué le gustaría ser de grande, prefiere vivir su infancia sin más preocupaciones.