Por fin se supo en qué paró a nivel Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) el penoso asunto de los jugadores dados de baja en la Copa Confederaciones por un presunto dopaje.
Seguro los directivos mexicanos llegaron a temer lo peor y no porque les importe demasiado nuestro balompié sino que una sanción drástica por parte del máximo organismo rector podría costarles el puesto y las prebendas y privilegios que ello conlleva.
Hemos hablado hasta la saciedad de la increíble torpeza con que se manejó este incómodo asunto; Ahora, la Federación Mexicana de Futbol integró un nutrido contingente para asistir a Zurich a intentar aclarar lo que se pudo explicar sin cortapisas y rapidito en el momento preciso.
Para hablar en buen español, los integrantes del Tri le quisieron ver la cara de mensos a los de FIFA y los únicos chamaqueados fueron ellos mismos pues el asunto se les salió de las manos y sigo pensando que si la sanción no fué mayor, se debió al peso específico de un negociador como Guillermo Cañedo White.
La multa es la mas alta impuesta por FIFA lo cual por supuesto nos debe llenar de orgullo; No estamos como para andar de poquiteros pues por algo la misma FIFA nos ha colocado en el top ten de su clasificación mundial.
Además, un problema en el que se ven involucrados tantos personajes, que se pretende manejar como secreto, donde hasta los médicos salen raspados y los principales culpables como son Carmona y Galindo deciden guardar silencio pues bien vale que los amos del Futbol en el mundo se tomen todo un día para deliberar y colocarnos la sanción económica entre ceja, oreja y madre.
No dudo que con el cinismo que los caracteriza, nuestros jerarcas regresen presumiendo que lograron, pese a la gravedad extrema del caso, solo haya quedado en una sanción de tipo económico.
El chiste es que se ratificó la sanción a los jugadores involucrados y resulta que la multa entonces la extendieron por mentirosos, ratoneros, tramposos, ridículos y rajones.
Además los mandos altos de la Femexfut deberán mandar a Suiza semanalmente una plana escrita de puño y letra que diga: ?No debo decirle mentiras a mi Mamá?.
Después de que cayó el telón el problema es que no se trata de un borrón y cuenta nueva. El descrédito a nuestro futbol pegó durísimo y las facturas de la marca indeleble de la trampa y la mentira alguien deberá pagarla.
El problema es que los dirigentes se cubren y solapan entre ellos; Fué la solución mas a modo arrancarle la cabeza a Nicolás Zarur que buscar a los verdaderos responsables de generar el caos.
Ahora vienen las declaraciones, como la del arquero Oswaldo Sánchez, quien dijo: ?Lo bueno es que ninguno de los jugadores ha hablado de lo que realmente pasó?.
Esto lo dijo anteayer (el jueves) y la duda resurge: ¿Pues qué diablos realmente pasó? Esto se sabrá cuando se rompa la red de complicidades en nuestro balompié.
Por lo pronto, a festejar, nomás quedó en una multa.