Felipe Calderón Hinojosa resultó el candidato presidencial del PAN al ganar la tercera elección interna con el 58 por ciento de los votos, que redondeó el 51.5 por ciento en las tres etapas, y está listo para enfrentar a López Obrador del PRD y, casi seguramente, a Roberto Madrazo del PRI.
Sus oponentes Santiago Creel y Alberto Cárdenas tuvieron que aceptar la contundencia de las cifras, y en su honor hay que anotar que lo hicieron en buena forma, por más que días antes habían dado mala espina sus decires, como el de reventar el proceso, del ex ?caballo negro?. Felipe mostró orgullo por ser el único candidato elegido democráticamente por su partido, pues dijo que Roberto es producto de un proceso arreglado, y a Andrés Manuel nadie lo eligió y rehuyó debatir con Cuauhtémoc Cárdenas, el único que podía disputarle la candidatura perredista.
Dijo estar, por supuesto, seguro de que será el próximo presidente, pues sus contrincantes representan el pasado de corrupción, demagogia y autoritarismo, y tienen un enorme desprecio a la Ley. En cambio, él ve a México con audacia y a futuro, y les echará a perder su fiesta a ambos, tabasqueños, pues su candidatura desató ya una ola ciudadana que lo empujará a la victoria. En su triunfo contundente obtuvo 58 por ciento de los votos, ante 24 de Creel y 18 de Cárdenas; e indica que los panistas de 14 estados, que sufragaron en 717 casillas, entendieron mejor que los anteriores que ya era necesario se definiera a Calderón como el candidato idóneo del PAN.
Terminaron así las trampas y zancadillas de los otros precandidatos y Manuel Espino, el jefe nacional, quien todavía la tarde del domingo informó en un boletín que los resultados de la jornada dominical se darían hasta el miércoles. Pero el peso de la votación misma lo obligó a no volver a intentar enturbiar la victoria de quien, a todas luces, era el abanderado de los panistas.
Por vergüenza y salud del PAN Espino debe renunciar, al no cumplir el compromiso para el que fue encumbrado (entronizar a Creel) y porque es lógico que Felipe -a quien el partido ha de otorgar todo su respaldo-no confiará en él para delinear estrategias y realizar su campaña.
Y es que Espino auspició que los creelistas enlodaran el prestigio democrático del PAN con tal de enturbiar las votaciones, sobre todo la del dos de octubre, cuando incurrieron en topillos y turbiedades (propios del PRI y PRD) en Veracruz (Tantoyuca fue el peor ejemplo) Oaxaca y Chiapas, donde en Tapachula repartieron despensas con el retrato y propaganda de Santiago.
Mas, al contrario, acusaron a los calderonistas de cometer fraude en Yucatán, sólo porque allí Creel ni pintó y Felipe lo superó con 15 mil 433 votos, pues su propagandista Luis Humberto Correa Mena había sido expulsado del partido por los panistas locales y ya tiene muchos años de no vivir en la península. Felipe, en cambio, tuvo las simpatías del gobernador Patricio Patrón Laviada y Cárdenas a la gran lideresa Ana Rosa Payán como su principal promotora.
Instigados por el coordinador de campaña de Creel, Adrián Fernández (a quien muchos panistas consideran más tramposo que los priistas y perredistas) llamaron ?elección atípica? a la yucateca, y las pruebas de irregularidades ofrecidas fueron intrascendentes para la Comisión de Elecciones del CEN, a la que presionaron y amagaron con llevar el asunto al Tribunal Federal Electoral, y cedió un poco y anuló los 437 votos de dos casillas.
Creel ya había tenido un aviso en Yucatán. Tuvo que suspender un acto en Chichimilá, a orillas de Mérida, porque sólo asistieron cuatro de las 600 personas que le habían prometido llevar.
Toca hoy a Felipe unificar a los panistas, reforzar muy bien su equipo, tomar distancia del presidente Fox (pues mientras éste baja en el aprecio de la opinión pública, él debe ascender) abrirse a los temas y problemas que reclama el país, preparar con tino los debates que sostendrá con sus oponentes, a los que puede vencer porque su capacidad y preparación son mejores y por no tener cola que le pisen, y con la ola ciudadana que ha desatado conquistar los millones de votos ajenos al PAN que requiere para llegar al Palacio Nacional.
Si fue capaz de rescatar al PAN de quienes deseaban -no secuestrarlo, sino- apoderarse de él, Calderón lo será para liberar a México de los autoritarios, populistas y corruptos que quieren volver a convertirlo en su propiedad.