EFE
Londres, INGLATERRA.- Heather Mills McCartney, la joven esposa del ex beatle Paul McCartney, ha hecho cambiar a éste de aspecto y de costumbres y le ha convencido para que salga de la reclusión en que había vivido durante su anterior matrimonio.
McCartney, de 62 años, parece un hombre totalmente transformado, escribe el diario Daily Mail, según el cual el músico, que con su esposa anterior, Linda, fallecida en 1998 de cáncer, evitaba la publicidad, acude ahora incluso a concursos de televisión.
El ex beatle se ha teñido las canas y viste a la última moda, señala el periódico, según el cual los amigos de Paul consideran que Heather, de 36 años, ex modelo de ropa interior y con varias relaciones, incluido un matrimonio, a su espalda, ejerce un dominio tal vez excesivo sobre el músico.
No sólo le ha persuadido para que aparezca en programas populares de televisión sino que pudo haber influido en ciertas decisiones polémicas como la de invertir el orden habitual de aparición de los nombres de los dos autores de las canciones de los Beatles -Lennon y McCartney-, sustituyéndolo por McCartney y Lennon, algo que consiguió bloquear, sin embargo, la viuda de éste, Yoko Ono.
Otra cosa que se reprocha a Lady McCartney es que insistiese supuestamente en que su marido dejase de llevar la alianza de oro que le regaló su anterior esposa, Linda, y que el propio Paul había dicho que seguiría llevando junto al de su nuevo amor.
Una aparición reciente en un concurso de televisión mostró hasta qué punto las opiniones de Heather son importantes para el ex Beatle: preguntados en qué ciudad de EU había nacido el defensor de los derechos humanos Martin Luther King, Paul apostó por Charleston, pero se dejó convencer por su esposa de que era Atlanta, respuesta que resultó ser la correcta.
Heather McCartney no ha hecho nunca un secreto de quién lleva los pantalones, y así en declaraciones a una cadena de televisión norteamericana reconoció que es muy mandona y agregó que a los hombres les gustan que les manden.
El periódico se hace eco de algunos rumores según los cuales una de las hijas del ex Beatle, Stella, intentó en vano persuadir a su padre para que firmase un contrato prenupcial por el cual, en caso de divorcio, su nueva esposa sólo tendría derecho a unos 30 millones de euros de la inmensa fortuna de Paul, calculada en más de mil millones de euros.