Mambajao (Filipinas), (EFE).- La isla de Camiguin, destinataria de uno de los proyectos de cooperación española más ambiciosos de Asia, encierra, además de un gran potencial turístico, una vieja leyenda que la convierte en la Atlántida filipina.
Este mito de destrucción y fuego, que mana de los siete volcanes activos que se elevan sobre la isla filipina, comenzó con el diario que en 1521 escribió el veneciano Antonio Pigafetta, navegante y cartógrafo de la expedición de Fernando de Magallanes, la primera en dar la vuelta al mundo.
De acuerdo al relato del navegante italiano fue en Mazaua donde se celebró la primera misa en Filipinas, y desde hace más de un siglo distintas versiones intentar dar la localización exacta de aquella isla, sin la unanimidad de los historiadores.
El cronista Pigafetta, quien retrató con bastante exactitud el perfil de las costas filipinas, la situó entre las islas de Leyte y Bohol, y por sus características no se corresponde con ninguna en la actualidad.
Todo parece indicar que Camiguín es remanente de la gran Mazaua, tragada por el mar de Bohol tras un cataclismo provocado por erupciones volcánicas y maremotos.
El autor de la última de las teorías que han salido a la luz, Willy C. Olmo, explica que cuando Magallanes arribó a Mazaua, la isla estaba regida por el monarca Raia Siuai, quien cometió "staurolatria" (pecado capital) por convertirse al catolicismo, y fue castigado por Abba, su dios ancestral.
Es por ello, de acuerdo a la leyenda, que la isla fue tragada por el mar. Lo poco que quedó es la actual Camiguín, que habría sido el punto mas meridional de la antigua Mazaua, y cuya prueba es su violenta naturaleza volcánica.
La duda estriba, según explicó Olmo a EFE, en que "el mar de Bohol es muy profundo y hasta ahora no se han encontrado restos submarinos que prueben la existencia de esa antigua cultura".
Las autoridades de Camiguín, dispuestas a sacar provecho de su , misterioso pasado, han decidido que su nuevo eslogan turístico sea "Isla nacida del fuego", muy apropiado para un entorno volcánico, playas negras y saludables aguas termales.
La mayor erupción recordada de una de sus montañas de fuego, el Old Volcano, en día reclamo turístico para submarinistas con imaginación.
En 1951, otra erupción dejó una gran cantidad de refugiados, entre los supervivientes se encuentra el actual gobernador, Pedro Romualdo, quien relata como él y su familia consiguieron salvarse de los ríos de lava que bajaban de la montaña.
Camiguín es una paradisiaca isla, con vegetación exuberante y un paisaje abrupto con alturas superiores a los 1.300 metros, como el volcán Hibok-Hibok, activo y controlado por una de las pocas estaciones sismográficas existentes en Filipinas.
La isla cuenta además de un gran número de fuentes termales y manantiales de agua fría que forman piscinas naturales.
Fue esta isla además la que eligió en 1990 la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) para poner en marcha un ambicioso plan de desarrollo integral, que ha permitido a muchos de sus habitantes encontrar trabajo, construir viviendas y ha dotado a la isla de una modesta, pero eficiente, infraestructura.
La AECI ha invertido en esta isla desde entonces y hasta el 2004 3,8 millones de dólares en diversos programas que van desde la construcción de carreteras a sistemas de aguas, ecoturismo y microcréditos, entre otros.
Uno de los efectos de esta ayuda es que Camiguín aparece como una de las islas con menor desempleo del país, en el último informe sobre Filipinas realizado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Lo cierto es que el misterioso origen de la isla, ubicada frente a las costas del norte de Mindanao, interesa más a los historiadores y científicos que a los propios camigueños, gente hospitalaria que sólo busca recursos para salir adelante y para ello no duda en explotar su sector turístico incluso a costa de la propia leyenda.
