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Carácter es currículo

Carlos Monsiváis

El licenciado Roberto Madrazo tiene, como todo depositario de chistes clásicos, dos suertes: una buena y una mala. La buena se desprende de su carácter implacable, de no admitir derrota alguna, porque sería un precedente nefasto, nomás le das chance a la derrota y ya nadie la contiene, la derrota es una aprovechada, le das el pie y te devora, la ves cerca de ti y no la ahuyentas y te deja como espantapájaros del Edomex. Eso nunca le pasará a Roberto, especialista en golpizas a la adversidad, lo quiso tumbar el presidente Zedillo, él le madrugó y Zedillo ahora debe conformarse con cartas a Liébano Sáenz porque el ex presidente no le habla a los periodistas, no son de la estatura de sus asesorías.

Ya no distraigo a don Rober, aunque le tocaría narrar cómo el consejero electoral Santiago Creel quiso echarlo a la hoguera jurídica y no pudo (allí inició Creel su joggin de abismos), y cómo se burló Madrazo de él, y díganos qué pasó cuando lo secuestraron, don Roberto, o cuando usted se autosecuestró para evitar que lo secuestraran (algo en la onda de su técnica favorita: aceptar que la conducta política es el esfuerzo deportivo por ganarle al desprestigio con nuevos descréditos), o cuando... Para qué sigo, una leyenda se arma de anécdotas, que tienen más valor porque le sucedieron a una leyenda, ésa que por esencia carece de teorías...

Mi estimado, no se queje y hará bien en no hacerlo, a usted le ha ido de maravilla en su carrera: fortuna, la que ha querido, y los éxitos, en fila india o en tumulto. ¿Qué más se quiere? No ha pedido ni ha dado tregua al adversario o al amigo (el que defrauda la confianza no da tregua, enseña a no ser candoroso), ha sido derrotado en la candidatura presidencial del PRI, pero mejor porque ya ven cómo le fue al designado. Hasta el momento nada grave le ha pasado, pero la mala suerte a ratos se arruina, y conste que dije ?mala suerte?, no mencioné el pago por lo que hacemos ni las consecuencias de nuestros actos, dije ?mala suerte?, lo que pasó porque uno estaba en el momento del accidente o del asalto o de la auditoría (el peor de los asaltos). Y a él, hay que decirlo tocando madera, lleva rato acosándolo, persigue la mala suerte.

¿Qué se le va a hacer? Uno cambia menos que los tiempos, aunque no debiera, pero así el ser humano, él va siendo otro y cuando voltea ya sus alrededores son irreconocibles. El carácter del licenciado Madrazo era el adecuado para una etapa del PRI, cuando el político ideal debía ser ?amargo y travieso, violento y dulzón?, y él se amoldaba a las circunstancias, si ellas primero se sometían a su imperio.

Prodigó noticias de su fama, del miedo que inspiraba en colaboradores y conocidos, de las andanadas de rumores que afligían a los demás y a él no le tocaban (?si es sobre Roberto, no es rumor sino verdad pura, y se quedan cortos?). Le contaban lo que se decía de él y sonreía, si le daban oportunidad, se reía. ?Que digan misa. Que hablen de mí, se desfoguen y luego se sometan. ¿A dónde van que más valgan esos pen...??. Conste que si le invento el habla, no le desfiguro el carácter.

¿En qué momento ocurrió la revelación de la Mala Suerte? A saber, bueno, quizás sí se sepa, el día en que el licenciado Madrazo se dio cuenta que le creían todo al revés, aseguraba la amistad eterna y el interlocutor revisaba el periódico para ver si no había salido su obituario. Y lo que él decía para que su patriotismo los conmoviera, les parecían a sus oyentes chistes sin desperdicio, México requiere del concurso de todos sus hijos, decía, y las sonrisas lo apresaban en un solo envío de complicidad. En el PRI creemos en México y actuamos por fe en nuestros ideales, y a la frase recién emitida la seguían sonrisas o ya de plano carcajadas... Y las frases al revés. ¿Quieren que se las cuente otra vez?

Un momento, afirmó el político ya atado a su desprestigio. De esto no se trata. La fama de atravesado y malqueriente se supone que infunde respeto, que obliga a reconocer la autoridad de quien la sustenta, pero el aura de falta de escrúpulos que a tantos benefició en el pasado, comenzó a pesarle.

Un poco de miedo que cause, perfecto, pero que se me contemple como repartidor de trucos y malas mañas, eso sí ya no... Y el licenciado comenzó a vislumbrar las consecuencias.

Se reunió el equipo (o debe hacerlo porque el equipo de los políticos es una sola reunión interminable), y hablaron por horas y todos dieron sus opiniones, o debieron emitirlas, porque desde aquí no se adivinan las jerarquías en el uso de la palabra. Y el líder moral del PRI ?o es eso o no es nada? les transmitió su irritación (en eso sí es compartido, en materia de repartir su mal humor), y les pidió asesoría sobre la estrategia: hay que revertir mi mala imagen, es fácil hablar mal de mí en los medios, pero es imposible hablar bien, y eso ya me trae jodido. A ver, tráiganme ahorita, en un minuto, un elogio en la prensa, no un ataque a mis enemigos, eso ya está presupuestado, sino una alabanza, algo módico, discreto, que diga, por ejemplo, ?Roberto Madrazo es el político moderno que México necesita en esta hora de apremios?, o ?Madrazo inspira confianza desde siempre?. ¡Ah, y que el elogio no se presente como inserción pagada!

Nada de nada. Dicterios, los que quieran, incluso de los mochos que afirman que Tomás Garrido Canabal, el gobernador comecuras de Tabasco, fue mi padrino; por favor, cotejen fechas, pero lo que el PRI y su candidato requieren en esta hora de suspenso electoral es el ánimo de victoria, y con su venia no le veo, pero ni con la lámpara de Aladino (¡Qué buena película de dibujos animados! Con ésas uno descansa).

Y ahora para colmo este pleito radiofónico con la profesora Elba Esther Gordillo, que tampoco anda por la vida cosechando aplausos, me hace decir que nos reunimos con el licenciado Carlos Salinas de Gortari, no tengo empacho en decir que lo veo, y también dije que la maestra se enojó cuando Salinas pensó que no era conveniente que ella dirigiera el Partido Revolucionario Institucional.

Bueno, lo pensó él y se lo hizo saber a ella y ahora parece que acepté que nos dio la orden a todos, y yo no me dejo mandar de nadie, y menos aún acepto subordinarme en una reunión del PRI, pero no expliqué eso en la radio y ahora me traen frito, y veo que siguen sin creer en mí, ya iba a decir ?yo tampoco?, para entrarle al juego de la preguntita, ?¿Tú confías en Madrazo??.

Pues yo sí, y muchísimo, nomás eso faltaba, si no confío en él, ¿a dónde reposará mi identidad? Si voy a ser el próximo Presidente de la República tengo que dar el ejemplo de confianza en mi persona.

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