Con su largo historial político como punta de lanza para la conquista de lo que muchos de sus detractores habrán de anticipar como una batalla perdida, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas anuncia su precandidatura dentro del partido que fundó, el del Sol Azteca, para contender por la Presidencia de la República. La cuarta es la vencida, auguran sus más fieles seguidores.
Prudente, hábil para decir sólo lo que quiere decir, no se puede sustraer, sin embargo, a la tentación de marcar distancia (y diferencia) de lo que hasta hoy es la carta más fuerte del perredismo y en términos lineales, el enemigo a vencer, Andrés Manuel López Obrador.
Mientras el tabasqueño se cuida de lanzar sólo elogios para el ingeniero e incluso señalar que todo lo que diga y haga Cárdenas está bien y que por tanto merece todo su respeto y consideración, el michoacano encuentra deficiencias notables en el “Proyecto alternativo de nación”. Primero, dice el ingeniero, Andrés Manuel pretende con su política exterior, convertir en una suerte de ínsula al país en un contexto de globalización, lo que resulta un desacierto, como también lo es el pretender que el presidente de la República se convierta en una especie de “gran garante” de la democracia, cuando esa es una corresponsabilidad de todos los mexicanos.
Aquellos que encuentran en Cárdenas Solórzano, el máximo exponente mexicano de una izquierda moderada, progresista, muy al estilo del español Felipe González, se aprestan a exponer las bondades del hijo de “Tata Lázaro”, sobre un Andrés Manuel López Obrador y su riesgoso mesianismo. Entre éstos se encuentran nada menos que los empresarios aglutinados en Coparmex.
Lo cierto es que el jefe de Gobierno del DF mantiene un altísimo nivel de popularidad y sería el próximo presidente de la República si las elecciones se celebraran el día de hoy –según todas las encuestas- por lo que la lucha de Cárdenas se antoja cuesta arriba, aun en su partido, salvo que procediera el desafuero y el llamado “plan B” resultara un fracaso.
Los que con cierta frustración anticipan una contienda presidencial en donde los ciudadanos tendrán que elegir entre el “menos malo”, deben analizar la propuesta de Cárdenas, ya sea para respirar aliviados o sumar otra figura en el abanico de las opciones amargas.