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Cárdenas va a Las Vegas

Jorge Zepeda Patterson

hace algunos meses, cuando Cárdenas lanzó su precandidatura por el PRD, afirmé que el Ingeniero podría estar haciendo un trabajo de esquirol en momentos en que los rivales de “El Peje” buscaban desaforarlo. Al lanzarse como emergente, el Ingeniero legitimaba a los que intentaban descabezar al PRD de una posibilidad real de llegar a Los Pinos. La carta de Cárdenas de esta semana, en la que retira su precandidatura por el PRD y hace el amago de continuar por otras vías, podría interpretarse como otro acto de desesperación que terminará por dañar al partido que él fundó. Pero cabe otra interpretación para los actos del Ingeniero. Cárdenas podría estar recurriendo desde hace tiempo a una estrategia mucho más fina y responsable de la que hemos descrito. Cárdenas podría estar inmerso en una jugada de póker cuyo resultado podría sorprendernos a todos.

La renuncia de Cárdenas cimbró al PRD y no tanto por el hecho sino por el contenido. Todo mundo sabía que las posibilidades del Ingeniero de quitarle la candidatura a “El Peje” eran bajísimas. Resultaba incluso incomprensible su deseo de disputar una vez más una elección presidencial. En mayo de este año Cárdenas cumplió 71 años; en el caso hipotético de que llegase a ganar comenzaría a gobernar a los 72 y terminaría a los 78. Es decir, una edad más propicia para recibir el bono de vejez de López Obrador que para competirle la Presidencia. Por lo demás, para nadie es un secreto que la obtención de votos por parte del Ingeniero ha ido a la baja en las tres elecciones presidenciales en las que ha participado.

Por esa razón no sorprende que Cárdenas retire su candidatura por el PRD. Lo que sorprende es que su carta de renuncia esté plagada de ambigüedades para favorecer la posibilidad de una candidatura por otra vía. Esa sería la peor de las pesadillas para López Obrador y para el propio PRD.

No hay forma en que Cárdenas le pueda quitar la candidatura del PRD al tabasqueño, pero en cambio le puede quitar la Presidencia del país. Todos los análisis coinciden en que estas serán unas elecciones sumamente disputadas; el voto habrá de dividirse entre los tres grandes partidos. El triunfador probablemente no conseguirá una delantera mayor a los cinco puntos porcentuales. En el caso que Cárdenas llegara a presentarse en la boleta electoral, por vía de alguna coalición o como ciudadano, su solo nombre podría hacerse de un porcentaje de esa magnitud.

En otras palabras, el ex gobernador de Michoacán podría quedarse con los votos que le harían falta a López Obrador para despegarse de sus rivales. La proporción de cuatro a seis por ciento que el Ingeniero podría recibir, procedería en su mayor parte de votantes que habrían sufragado por el tabasqueño si el nombre de Cárdenas no estuviese en la boleta electoral.

Todo esto lo sabe el PRD, lo sabe Cárdenas y los saben el PRI y el PAN. Madrazo y Creel están conscientes que sus posibilidades aumentan significativamente si logran que Cárdenas compita en el proceso electoral, en oposición a López Obrador. Hay asesores del PRI que revisan la posibilidad de que el Partido Verde, aliado del tricolor, le ofrezca la candidatura al Ingeniero para asegurar esta rivalidad.

Lo que nadie conoce son las verdaderas intenciones de Cuauhtémoc Cárdenas. Su enojo y frustración es evidente. El vendaval tabasqueño se ha apropiado del partido que él fundó y nuevos equipos (formados por ex priistas de nueva afiliación) han desplazado a los cuadros que le dieron vida al PRD. Resulta particularmente molesto para Cárdenas la forma en que el equipo de López Obrador modifica y transforma las normas y estructuras del partido para servir a los intereses coyunturales que dicta la candidatura de “El Peje”. Muchos perredistas han aceptado esta imposición en aras de llegar por fin a Los Pinos. No les agrada la preeminencia que han adquirido ex priistas como Camacho, Ebrard o Monreal, pero lo aceptan por la posibilidad real que tiene el tabasqueño de vencer al PRI y al PAN. Siguen respetando a Cárdenas, pero han decidido apoyar a López Obrador y aprovechar la oportunidad política que podría no repetirse.

Ante esta situación, el amago de una posible candidatura cardenista podría ser una estrategia interesente. La espada de Damocles que esgrime es una amenaza que López Obrador no puede ignorar. Hacerlo podría costarle la Presidencia. Si la carta de Cárdenas era un llamado de atención para recobrar influencia dentro del PRD y pugnar por una mayor institucionalidad del partido, se trata entonces de una maniobra genial. Un bluff de póker que hará a los pejistas evaluar las enormes pérdidas que entraña la carta ambigua que se juega Cárdenas.

Si lo que Cárdenas desea es que el PRD no se convierta en un partido títere de los ires y venires de “El Peje”, su estrategia es la correcta. Si lo que busca es una mayor organicidad y una mejor representación de las distintas fuerzas, su bluff podría ser el llamado de atención que se requería desde hace tiempo. Cárdenas ofrecería cancelar la candidatura en aras de una reorganización del partido. Si esta estrategia funciona, Cárdenas podría negociar una mayor ingerencia de sus cuadros en la conducción del partido.

Algunos creen que esto no es más que un enorme berrinche senil. Otra vieja gloria del box que se resiste a retirar con dignidad. Ojalá no sea el caso. Lo peor de los bluff es que nunca sabe uno si en realidad lo son: si están concebidos por un acto de genialidad o uno de necedad. Lo sabremos en los próximos meses.

(jzepeda52@aol.com)

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