El Servicio Postal Mexicano ha establecido lo que ya ahora es una costumbre; emitir series de timbres para envíos, los que dedican a homenajear personajes, hechos o eventos nacionales, que pueden ser coleccionables y más importante, promueven el nacionalismo y la identificación con nuestra cultura.
En esa institución, nació la idea de dedicar una serie a la caricatura mexicana, empezando “La familia Burrón” con 300 mil timbres de “Doña Borola Tacuche”, continuando con Memín, la económicamente más productiva y que ha divertido a varias generaciones de mexicanos, quienes no contábamos con los medios de comunicación modernos, pero tampoco padecíamos el bombardeo con mensajes extranjerizantes.
La aparición de la serie dedicada a Memín Pinguín, de inmediato recibió la respuesta airada del Gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, que burdamente usa al citado personaje para tratar de cobrarle cuentas pendientes a Vicente Fox, por aquello de “están haciendo trabajos que ni siquiera los negros quieren hacer”, al referirse a las injustas actitudes xenofóbicas tomadas en ese país contra los latinos.
El portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, criticó la edición de las estampillas con el argumento de que “los estereotipos raciales son ofensivos” y el Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Stephen Hadley declaró: “nuestra posición es que no hay lugar para este tipo de cosas. Es totalmente inapropiado y lo hemos dejado claro”. El ministro religioso Jesse Jackson, también se sumó a las declaraciones, haciéndonos recordar que en su visita a México, con motivo del ya multipublicitado error del Gobierno Federal mexicano, se mostró inconforme por las explicaciones y aclaraciones dadas, posición que sin duda favorece su popularidad política ante los afroamericanos.
Memín Pinguín también es un personaje de origen afroamericano, creado por la escritora Yolanda Vargas Dulché como un producto dedicado a los niños. En algún momento de su vida, declaró que se había inspirado en “un negrito y su madre” que conoció en uno de sus viajes a La Habana, Cuba, que le enternecieron por los profundos lazos de amor que se manifestaban.
Luego de una primera etapa, en la que no fue muy exitoso, ya casada con Guillermo de la Parra, revivió al personaje. Su éxito fue rotundo, llegando a desplazar en ventas a “Lágrimas y Risas”, revista dedicada a los mayores, con temas de amor romántico dulzón, de las que se llegaron a filmar películas y hacer telenovelas. ¿Recuerda a Yessenia o a La Colorina?
La caricatura, la mexicanizaron llevando al personaje a vivir un ambiente del típico barrio mexicano de mediados del siglo anterior, el cómo un niño pobre de vecindad, que vive con su mamá Eufrosina la “Ma´Linda”, quien debe lavar y planchar ajeno para sostener al querido hijo, al que corrige pegándole con la “tabla con clavo”, instrumento temido por el travieso Memín, que de paso identifica en sus andanzas a muchos mexicanos de la edad y otros tantos adultos.
Él pertenece a un grupo de amigos que viven aventuras blancas y que a través de ellas dejan enseñanzas de valores humanos y sociales; Ernestillo, hijo de un carpintero, quien repetidamente debe ayudar a su padre y consecuentemente dejar de jugar con la pandilla; Carlos, líder nato, hijo de una mujer divorciada y Ricardo, hijo de padres millonarios, que ha sido capaz de rebasar a las “castas” sociales y quiere entrañablemente a sus amigos. ¿No le parece un ambiente plagado de valores mexicanos que divierten y promueven el amor a lo nuestro?
La primera vez que apareció la historia fue en 1947, como pedido especial de la Editorial Pepín; más tarde fue retomada por la autora ya en su propia editorial. Curiosamente en esos tiempos, Rosa Parks cometió la grave osadía de sentarse en la parte delantera de un autobús, en los asientos “acolchonaditos” asignados a los blancos, hecho de resonancia mundial que se dio en Montgomery, Alabama, el primero de diciembre de 1955.
No pase por alto que los ahora “protestantes”, han festejado imágenes ofensivas contra los propios negros y los latinos. Caricaturas como “Speedy” González y su primo “Lento” Rodríguez o aquellas de mexicanos flojos sentados con enormes sombreros, recargados en un cactus; o negritos bailarines que tocan música de jazz; usando términos despectivos como “coconuts” para referirse a aquellos que siendo latinos quieren vivir como anglosajones (“cafés por fuera y blancos por dentro”), o “greasser” (grasientos), o niggers (negro en forma despectiva), o “boys” (porque los negros nunca maduran, refiriéndose a lo intelectual). Tal vez el “reverendo” Jackson podría empezar por “barrer la casa” antes de criticar la del vecino o conforme a sus declaradas creencias recordar aquello de: “quita la viga de tu ojo y no trates de quitar la paja del ojo ajeno”.
Por lo pronto, las respuestas en México no se han hecho esperar. Así, el investigador Armando Bartra, autor de un estudio histórico y documental de la historieta en México, declaró a La Jornada: “el debate no es en torno a un personaje que se llama Memín Pinguín, sino en torno a un personaje que se llama Vicente Fox”; por su parte, Rafael Barajas, “El Fisgón”; Antonio Helguera y Gonzalo Rocha, caricaturistas del mismo periódico, coincidieron: “Memín está pagando los platos rotos por las declaraciones de Fox. Es una cuota que no le toca y es injusta”. A estos comentarios habría que agregar una pregunta: ¿y cuándo han sido justos?
Encontrar una excusa para buscar revanchas políticas es fácil, hallar las maneras de agredir al contrario sin lastimar a otros inocentes ya es más difícil, algo que seguramente no les interesará tomar en cuenta a los “ofendidos”.
Le comparto una cita del presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, tomada de una declaración hecha en Bélgica, en septiembre de 2004, con motivo de una conferencia internacional: “todos somos bien conscientes de que las raíces del racismo, de la xenofobia, de la discriminación y de la intolerancia se encuentran en la ignorancia, el prejuicio y el odio, que con frecuencia surgen de una educación incorrecta e inadecuada así como del uso distorsionado de los medios de comunicación”. Ahora le recuerdo otro refrán mexicano que dice: “al que le quede el saco, que se lo ponga”.
Sin duda que los constantes errores de la administración pública federal, los “decires y desdecires” frecuentes y la falta de visión política y diplomática, nos han generado perjuicios en nuestras relaciones internacionales; pero también es importante que aprendamos a diferenciar entre los errores de Fox y el nacionalismo que nos compromete con defender la imagen presidencial, por pobre que sea o nos parezca.
Ya Benito Juárez declaró “el derecho al respeto ajeno es la paz”, frase que nos permitió definir nuestra postura en relaciones internacionales y que en mucho nos ayudó a evitar la agresión extranjera, misma que se han hecho repetitiva en los últimos tiempos, cuando quisimos virar el rumbo sin tener muy claro hacia dónde queríamos ir. Lo invito a que reflexione sobre la nueva fricción internacional y que tenga clara su postura en relación al nacionalismo mexicano.
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