WASHINGTON, EU.- Con el presidente George W. Bush significativamente debilitado por una sucesión de problemas, su influencia sobre el Partido Republicano está a la baja, y la prisa de muchos republicanos por poner distancias parece la moda.
El debilitamiento de Bush y su condición de presidente que ya no puede ser reelecto, lo coloca en una posición de desventaja sobre todo ante las elecciones legislativas del próximo año, y con él, algunas iniciativas de Ley que, como la reforma de migración, tiene un impacto directo sobre México. Bush enfrenta una abierta ?rebelión? de grupos religiosos conservadores que exigen sobre todo que el presidente designe un juez de la Suprema Corte de Justicia que comparta su visión sobre temas sociales y, muy en especial, el aborto.
Esa confrontación debilitó al presidente y lo obligó a retirar a su candidata a la Suprema Corte de Justicia, Harriet Miers. Al mismo tiempo, la ocupación en Irak resulta cada vez más costosa en todos los sentidos y, como parece cada vez más claro a los estadounidenses, una gran parte de la guerra contra el terror se basó más en decisiones preconcebidas e información de Inteligencia manipulada políticamente, que en hechos.
Una aparente represalia política contra un crítico de esa guerra, el ex embajador Joseph Wilson, llevó a una ?filtración?, que expuso la identidad de su esposa Valerie Plame como agente encubierta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
La investigación, que aún no termina formalmente, puso de relieve el manejo politizado de información que llevó a la guerra y junto a cada vez más abiertas expresiones de descontento del ala tradicional del Partido Republicano, resta credibilidad al Gobierno de Bush. Los problemas de Bush se acumularon en los dos últimos meses, y son agravados por una sensación de que la economía está en malas condiciones y empeorando por crecientes costos de la energía, especialmente la gasolina, y temidos incrementos en el costo del gas doméstico -que aquí es usado para la calefacción en invierno.
Las consecuencias son cada vez peores números en las encuestas de aprobación y, de hecho, aunque sin eco alguno todavía, una muestra consigna ya que hasta 50 por ciento de los estadounidenses estarían en favor de un juicio político contra el mandatario.
Bush se encuentra, pues, con la credibilidad de su Gobierno en un creciente cuestionamiento; su programa de Gobierno, en problemas ante los resquebrajamientos de su base política y, si no actúa con rapidez, cada vez más marginado de la real toma de decisiones en este país... Esa debilidad se siente ya en algunos temas, muy en especial en el de la propuesta reforma migratoria. La bancada republicana en el Senado está dividida entre los partidarios de una reforma que instauraría un programa de trabajadores ?invitados? , con la posibilidad de regularización y uno que demandaría la salida de los residentes indocumentados, para que pudieran obtener trabajos temporales aquí.
Los republicanos en la Cámara Baja parecen más bien inclinados a exigir la expulsión de los indocumentados, y establecer una fuerte vigilancia en la frontera con México.