En las últimas fechas, la apertura de casinos en La Laguna ha sido tema de controversia, han opinado integrantes de partidos políticos, personajes del medio religioso, representantes de asociaciones diversas y ciudadanos en general. El juego siempre ha sido una diversión para el ser humano; desde el sano y familiar, que bien podemos representarlo con los de mesa como “serpientes y escaleras”, “la oca”, sin dejar fuera a la “perinola”; y otros que se practican con el uso de dados numerados o barajas.
Jugar a cualquier cosa, competir, tratar de demostrar mayores habilidades o astucia, ha sido entretenimiento del ser humano, que le deja, además de ganancias materiales, sentimientos triunfalistas que generan autoestima.
Recuerde que todos hemos jugado a algo desde niños y siempre existe un premio por ser el mejor. ¿Acaso usted no jugó a las canicas, a la matatena o a las chuzas? ¿Quién se resistió al juego de la lotería?, uno de los más populares juegos de azar.
Apostar es “adrenalizante” y la esencia del juego ganar, tener más de los objetos que se apuestan, recolectar más fichas, o si usted no es tan sofisticado reunir más frijoles u otro tipo de granos vegetales, quizá recoger prendas diversas, tal vez dinero de mentiras que luego sirve para canjearlo por regalos, acumular es el centro de atracción para practicar cualquiera de ellos. Hay algunos que parecen inocuos: en la feria es tradicional la ruleta, en la kermés la tómbola es un “puesto” central, y ¿qué me dice del bingo?, juego de números al que convocan personas con propósitos altruistas.
Las casas de juego clandestinas siempre han acompañado a la Sociedad Lagunera y de vez en vez, aún en estos tiempos, sabemos de alguna que ha sido clausurada y de otras que no lo han sido, a las que acuden personajes de la comunidad y apuestan más de lo que poseen. No pierda de vista otras formas de apostar: ¿no ha reparado en las casas de juego ambulantes que son los palenques?; tampoco olvide las que supuestamente “a escondidas” se hacen con distintos deportes, como en el beisbol, o las peleas de box, e incluya a las carreras de caballos y de perros galgos, donde media mucho dinero.
Tampoco descarte al Gobierno de México, que desde hace años tiene su parte del negocio altamente lucrativo con la Lotería Nacional, que se ha diversificado tratando de alcanzar más jugadores que invierten parte de sus ingresos en comprar la ilusión de ganar el premio mayor. Nos falta recordar a “las vaquitas” de apuesta colectiva, donde grupos de amigos reúnen sus sueños y dinero para comprar “un entero”, o para apostar en algún evento deportivo.
Las historias felices nos animan; seguido escuchamos de personas que de la noche a la mañana enriquecieron y pueden hacer todo lo deseable para nosotros, del que hicieron con el dinero adquirido sin esfuerzo; pocas veces sabemos de las desgracias que rodean a algunos que reciben esos “cubetazos” de dinero sin estar preparados mentalmente o para saber administrarlos y disfrutarlos.
Le hago un recuento de todo lo anterior para que revaloremos los juegos de azar, que representan esperanza revestida de materialismo, y es que... ¿quién quiere vivir sin tenerla? Todas esas formas de comprar ilusión, no son otra cosa más que eso: poder tener el derecho a soñar y pensar en ¿qué haremos? cuando seamos millonarios, que ser simplemente rico ya a nadie conforma en este siglo de materialismo y superficialidad. Debo confesar que yo mismo me he puesto a hacer planes con amigos sobre “qué decidiría hacer con dineros, intereses e inversiones”. ¿Usted ha podido resistir la tentación?
Las corrientes a favor y en contra argumentan razones de peso:
Los que están a favor, aseguran que hay ejemplos de ciudades que han hecho del juego una forma de vida económicamente lucrativa y citan a Las Vegas, Nevada, E.U.A., o a los casinos del principado de Mónaco, en Europa. Aseguran que las fuentes de trabajo que crean son muy importantes y que las cantidades que fluyen en las economías regionales son suficientes para que de alguna manera alcancen a ciudadanos y negocios aparentemente ajenos. Hacen ejercicios de como se distribuye el dinero desde los casinos hasta su derrama en servicios públicos, por el pago de impuestos, hablan de la promoción del turismo recreativo y del consumo del comercio artesanal regional. También incluyen a otros beneficiarios, como los transportistas y prestadores de servicios profesionales y hacen notar ganancias poco imaginadas, tales como la organización de equipos deportivos y espectáculos, como el boxístico, por ejemplo.
Quienes están en contra, argumentan el incremento de criminalidad que se da en los lugares que son invadidos por jugadores, prostitutas, traficantes de drogas y otros malvivientes. Las estadísticas en seguridad muestran que los ilícitos aumentan en los períodos de fiestas, ferias o carnavales; y tienen mucha razón. Un caso muy utilizado como ejemplo es el de los organizados en los puertos del mundo; el de Río de Janeiro, en Brasil, o el mexicano de Veracruz, que no dejan posibilidad de mentir ante las notas de periódicos y noticieros: muertes por violencia extrema, intoxicación etílica o drogas, violaciones, robos y agresiones de todo tipo.
Un comentario contundente es el que nos hace ver la diferencia entre el éxito de ciudades especializadas en la explotación del juego, con sus espectáculos incluidos, y la realidad de la Comarca Lagunera.
Sostienen que no estamos preparados para enfrentar tales negocios, por no tener sistemas de control y seguridad suficientes y adecuados, ni siquiera para nuestros índices de delincuencia provinciana; tampoco contamos con las reglamentaciones para garantizar el orden y el cuidado de los intereses de los ciudadanos que recibirán el impacto en sus personas y familias; sobre todo, con base a los antecedentes, aseguran que la corrupción y el “narcomenudeo” existentes, se desbordarán hasta niveles no imaginados y que la circulación de dinero ilegal traerá como consecuencia el enrarecimiento social. ¿Usted qué piensa? Yo creo que muy probablemente sí.
Uno de los pocos satisfactores que disfrutamos en regiones consideradas “medias” por su tamaño y número de habitantes es la seguridad relativa, que sin duda sigue siendo clasificada muy por encima del promedio nacional. Aunque los niveles de escolaridad de los laguneros es también alto, no garantiza que podamos resistir el impacto de esa llegada de capitales e influencias humanas; por último, la promoción de “vida light” a la que somos sometidos constantemente, especialmente los jóvenes, nos dejan casi sin argumentos para apoyar las propuestas del ingreso de dinero por la diversión fácil. No vaya a sucedernos aquello que dice el refrán de: “perder lo mucho por lo poco”.
Si Santiago Creel hizo tratos con los reyes del negocio, o no, lo que nos suceda queda como responsabilidad de nuestras autoridades; aceptar la solución fácil para los problemas de desempleo y liquidez que ofrecen las mentadas casas de juego o casino -de las que ya tenemos dos funcionando- será anotado en su historial profesional. Si el Gobierno Federal las aceptó, quedan nuestras leyes y reglamentaciones estatales y municipales para defendernos. ¿Usted qué piensa?; ¿ganarán de nuevo los intereses de los poderosos?, o por excepción, ¿los políticos cuidarán los nuestros? El tiempo nos dará la respuesta.
ydarwich@ual.mx