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Castañeda todavía/Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

la instancia internacional que tan promisoria parecía a Jorge G. Castañeda en su propósito de ser registrado como candidato presidencial independiente ha producido un resultado también adverso a sus intereses, como el que emitieron tribunales mexicanos.

Castañeda había obtenido de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dos respuestas prontas y favorables a su intención de contender al margen de los partidos políticos, que tienen el monopolio de las candidaturas a cargos ejecutivos y legislativos. La disposición inicial del organismo interamericano fue respondida en términos negativos por el Gobierno mexicano, que transmitió la posición de la autoridad electoral autónoma, el IFE. La Comisión, en una suerte de inconformidad y a pedido de Castañeda trasladó la respuesta a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en busca de medidas que permitieran la inscripción provisional del aspirante. La Corte no las expidió.

En ese ámbito, Castañeda ha llegado al final del camino, aunque en el derecho nacional pude intentar todavía la intervención del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Cuando en los primeros días de enero, del uno al diez, esté abierto el registro de candidatos, Castañeda puede solicitar el suyo, que antes pidió extemporáneamente. Y tras la previsible negativa del consejo general del IFE, que sólo puede inscribir candidaturas presentadas por partidos y coaliciones, Castañeda puede iniciar un juicio para la protección de los derechos político-electorales de los ciudadanos. Y todavía puede desafiar abiertamente al sistema de partidos presentándose como candidato sin registro, haciendo campaña y demandando que al computarse los votos se cuenten las papeletas donde se lea su nombre en el espacio reservado para aspirantes no inscritos.

Eso significaría emprender una campaña a la intemperie, en franca desventaja con el resto de los contendientes, los menos provistos de los cuales estarán en posibilidad de gastar decenas de millones de pesos. Aunque Castañeda lo hizo también (las erogaciones de su precampaña fueron presentadas a Transparencia mexicana), es difícil que consiguiera apoyos suficientes para la campaña constitucional, cuando sus posibilidades reales de victoria son mínimas.

No están, sin embargo, enteramente canceladas las posibilidades de que Castañeda figure en la papeleta. Al menos en dos partidos, hasta el martes en que son escritas estas notas, puede el ex canciller abrirse camino y ser bienvenido. Ya no podrá contar con Convergencia, el primero con quien mantuvo conversaciones en tal sentido, pues resolvió unirse al frente llamado de izquierda y apoyar a Andrés Manuel López Obrador. Pero queda Nueva Alianza, la formación cuya maternidad ha sido ahora claramente admitida por la antigua secretaria general del PRI, Elba Esther Gordillo, política y personalmente cercana al candidato en busca de registro, se vería muy beneficiada si postulara a Castañeda, que si bien ha visto declinar hasta casi desaparecer las preferencias electorales medidas por las encuestas, daría a ese nuevo partido el fuerte impulso requerido para permanecer en la liza. Un paso así sería necesarísimo a Nueva Alianza sobre todo si la energía de su fundadora se orienta a apoyar a Felipe Calderón. Con Castañeda, Gordillo podría asegurar registro a su partido y al mismo tiempo contribuir a la construcción de una candidatura con posibilidades de triunfo.

Igualmente quedaría al ex promotor del voto útil la expectativa abierta por miembros de Alternativa socialdemócrata y campesina que este fin de semana lo mencionaron como eventual abanderado suyo, ante la inconformidad suscitada por la postulación de Patricia Mercado, que ya caminaba por las veredas políticas como candidata y podría no llegar a serlo.

Como es claro, Alternativa es una federación de intereses organizados en dos columnas, una campesina y otra socialmente variopinta identificada con principios del feminismo y la socialdemocracia. Una y otra han tenido experiencia en la búsqueda de registro electoral y de esos antecedentes vienen algunas diferencias organizativas y tácticas que se depusieron en aras de regresar a la contienda. En Democracia social, el intento de 2000, Patricia Mercado parecía perfilada a la candidatura presidencial hasta que los partidarios de Gilberto Rincón Gallardo lo persuadieron de ser al mismo tiempo el líder y el aspirante. Tres años después, ella a la cabeza de México Posible, la activista sonorense no pudo deshacerse de los lastres del experimento anterior y no obtuvo registro para ese partido. Ante tal circunstancia, los miembros del Alternativa se propusieron tener bases para la certidumbre de su permanencia y condicionaron la candidatura presidencial a que varias encuestas mostraran un mínimo asentimiento social, un dos por ciento de las intenciones de voto.

Nadie cubrió ese requisito y Alternativa entró en una discusión en apariencia sólo estatutaria pero también reveladora de la dificultad de hacer convivir culturas políticas diferentes. Al cabo del debate Patricia Mercado fue elegida candidata, ante la inconformidad de la columna campesina que acudirá a la justicia electoral. Salvo que sus intereses se reconcilien como hicieron para fundar el partido, la decisión del tribunal electoral podría reabrir el proceso interno. Y allí Castañeda, mencionado expresamente para el caso, podría hallar su posibilidad partidaria extrema (aunque también el Dr. Simi).

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