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ESCOBAL, PANAMÁ.- Cuando los militares de Estados Unidos (EU), cedieron el control del Canal de Panamá en 1999, dejaron atrás cientos de armas a lo largo de la jungla que aún siguen matando a la gente.
Muchos panameños acusan a Estados Unidos de hacer caso omiso del peligro y el presidente George W. Bush enfrenta severas protestas por esa controversia a su llegada a este país.
Washington controló durante casi todo el siglo XX el canal de Panamá y una banda de ocho kilómetros (unas cinco millas) en ambos costados y usó parte del terreno para sus prácticas de tiro.
A finales de 1999, cedió el control del canal, pero los tratados sólo establecían retirar las municiones que no habían sido utilizadas tanto como fuese ?practicable?.
Alrededor de 30 mil acres se limpiaron, pero otras ocho mil aún resguardan morteros, granadas, bombas, cohetes y residuos del arma biológica ?agente naranja?. Fuera de la zona del canal, siete bombas de gas mostaza con pesos de entre 500 y mil libras quedaron abandonadas en la isla desierta San José, en la costa del Océano Pacífico.
Oficialmente 21 personas han muerto, pero otros creen que la cifra real podría ser más del doble.
Sabino Rivera fue la víctima más reciente. Murió en julio de 2004 cerca de su casa en el poblado de Escobal, a tres horas de la capital de Panamá.
?Tenía nueve niños, estaba recogiendo bananas en el polígono, no tenía otro trabajo?, dijo su madre Blasina esta semana. ?Explotó cuando pisó en un mortero en el polígono y nunca regresó?, agregó la madre cargando su nieto.
El pueblo está rodeado de una espesa selva infestada de armas y la empobrecida población aún ingresa a cazar y a cosechar.
?Los americanos (estadounidenses) deberían llevarse todas las bombas?, dijo Carmen, la hermana de Sabino. ?Si no, más gente va a morir?, agregó.
Cinco personas han muerto en Escobal por las municiones en los últimos 20 años, dos de ellos niños que encontraron una granada en un basurero cerca de sus casas, en 1993.
MÍNIMA SEGURIDAD
Las áreas restringidas tienen una mínima seguridad, más allá de algunos escasos letreros de advertencia.
Estados Unidos asegura que la jungla es muy densa como para construir un camino para expertos en desmantelar bombas y advierten que intentarlo sólo erosionaría la tierra.
El secretario estadounidense de Defensa, Donald Rumsfeld, declaró el tema cerrado cuando visitó Panamá el año pasado.
Otros funcionarios dijeron que Panamá solamente necesita mantener a la gente alejada del polígono de peligro.
John Lindsay-Poland, autor del libro ?Emperadores en la jungla? sobre la presencia militar estadounidense en Panamá, dijo que muchas áreas son fáciles de limpiar y que incluso las áreas con vegetación densa pueden ser seguras, si Washington le dedica el tiempo y el dinero necesario.
Estados Unidos probó gas mostaza y otras armas químicas en la isla de San José, entre 1943 y 1948. No hay reportes de muertos por ello.
La limpieza no forma parte de la agenda del presidente Bush, pero el canciller panameño, Samuel Lewis, dijo que el asunto no estaba cerrado.
?No se considera que sea un caso cerrado, al igual que por 74 años no consideramos que el tema del Canal estuviera cerrado?, dijo el canciller.