Es la histórica asamblea que inició una oleada de reformas en la Iglesia Católica.
AP
ROMA, ITALIA.- El Papa Benedicto XVI encabezó ayer una ceremonia en la Basílica de San Pedro para marcar el 40 aniversario del II Concilio Vaticano, histórica asamblea que inició una oleada de reformas en la Iglesia Católica en las postrimerías de su segundo milenio.
Cardenales y obispos de todo el mundo se unieron al Pontífice en una procesión hacia la basílica, mientras éste quemaba incienso alrededor del altar y un coro de niños y adultos cantaba.
El ocho de diciembre es también una fiesta nacional y de la Iglesia en Italia, al celebrarse la Inmaculada Concepción de María. El Papa Benedicto XVI tenía programado visitar por la tarde, como es tradición, la escalinata española en Roma, donde se encuentra una estatua de la Virgen.
Benedicto XVI, quien participó en el Concilio Vaticano, realizado de 1962 a 1965, como un teólogo alemán, inició el servicio religioso al recordar el trabajo y la inspiración que marcaron el encuentro.
El II Concilio Vaticano, con un llamado por la modernización, representó un hito para la Iglesia.
Trajo consigo reformas como la posibilidad de celebrar misas en otros idiomas que no fuera el latín, se permitió el canto y la música de guitarra y los sacerdotes fueron instruidos para darle la cara a sus congregaciones, en lugar de conducir la misa dándoles la espalda.
Asimismo, se buscó resolver las diferencias con otros cristianos y se deploró el antisemitismo y el que se mencione a los judíos como culpables por la muerte de Cristo.
Algunos, sin embargo, consideraron que las reformas llegaron demasiado lejos, especialmente cuando fueron abanderadas por los promotores de la teología de la liberación, movimiento de influencia marxista de gran arraigo en Latinoamérica.