Durango

'Cholos' son pesadilla en Valle del Guadiana

Policía insuficiente para atender problemas generados por el exceso en el consumo de bebidas embriagantes.

La situación que viven los vecinos en la colonia Valle del Guadiana se ha tornado insoportable, pues todos los días se suscitan riñas entre jóvenes con apariencia de ?cholo? que molestan a los estudiantes; asimismo, el grado elevado de alcoholismo se ha dejado ver tanto en los adolescentes como en las personas adultas, preocupando a los colonos que la policía no tenga suficientes elementos para abatir la delincuencia en esa zona.

La denuncia pública hecha por los habitantes de esa colonia gira alrededor de los daños que ocasiona a las personas, tanto físicos como psicológicos, vivir en un ambiente de delincuencia; señalan que están con la angustia de que les van a golpear a sus hijos, que les quebrarán los vidrios de su domicilio o de su automóvil, o que los sujetos que se drogan vayan a cometer algún delito de alto impacto contra sus familiares.

El entorno que se genera en el centro de la colonia citada se ha vuelto bastante peligroso; en ese sector está ubicada la Escuela Secundaria Estatal Juan Escutia, las canchas deportivas y un dispensario médico, sitio que lo hace más atractivo para que las pandillas tengan su punto de reunión por esa área.

En el primer semestre del año, la Secretaría de Seguridad Pública proporcionó datos en cuanto a la cantidad de riñas y número de incidentes que se reportan al Sistema 066, siendo la colonia Valle del Guadiana uno de los asentamientos habitacionales que encabezan este rubro, solamente por debajo de la Zona Centro.

Al entrar a la colonia por una de sus vialidades principales, como es la calle Teresa de Calcuta, de poniente a oriente, se encuentra una ventana clandestina, en la calle Lupita D?Alesio, donde desde temprana hora se inicia la venta de cerveza. Aparecen dos muchachos en la esquina, que al ver llegar a un carro con intenciones de adquirir bebidas alcohólicas, se acercan ágilmente y atienden al conductor mejor que en ningún otro lado.

Desde las 14:00 horas, cuando los estudiantes ingresan a la secundaria, se reúnen varios jóvenes con vestimenta de ?cholo?, empiezan a asediar a los alumnos; algunos comentaron que a veces les piden dinero y se los tienen que dar, porque de lo contrario pueden recibir algún golpe; a otros los molestan por todo el camino rumbo la escuela y a las jovencitas les dicen ?mamacitas? cuando les va bien, pero en ocasiones les gritan groserías o si no por la malla sectorial de la institución les enseñan su partes nobles.

La zona donde se encuentra ubicada la secundaria y las canchas divide el territorio de por lo menos dos bandas, a partir del crucero que conforman las calles Ignacio López Tarzo y Julio Aldama; hacia el oriente le pertenece a un barrio y al poniente a otro contrario, enfrentándose constantemente a pedradas a cualquier hora del día, es decir, se han suscitado pleitos en las mañanas, en las tardes y en las noches, sobresaliendo los que se registran como a las 15:00 horas, o de plano ya a altas horas de la noche, según los comentarios de los vecinos.

Desde las 19:00 horas, a la hora en que van a salir los alumnos de la secundaria, se empiezan a juntar las ?bolitas? en las diferentes calles de la colonia, provocando la intimidación de los menores estudiantes.

Además de las esquinas aledañas a la escuela, se han registrado otros actos de pandillerismo en la esquina Florinda Meza y López Tarzo, en Lola Beltrán y Sonia López y sobre Circuito interior.

La gran cantidad de lotes baldíos ubicados en la zona provoca que muchos de los padres de familia teman en cuanto a la integridad física de sus hijos, pues piensan que en cualquier momento los puedan golpear o hasta violar.

En la calle Sara Montiel, pasando Héctor Suárez, se forma como una cuchilla donde, en ocasiones, cuando los policías persiguen a los rijosos, se cruzan por ahí y despistan a los agentes.

Los mismos vecinos consideran que la seguridad ha sido poca en algunas zonas y nula en otras; señalan que sí se ven algunas patrullas que dan rondines, pero al momento que se hacen las ?broncas? nunca llegan, o se presentan cuando ya pasó todo.

El mal estado de las calles es otro factor que evita que los policías lleguen a tiempo, pues hay lodazales y muchos hoyos.

En las calles César Costa y Fernando Almada se han registrado muchos pleitos, pero ahí es contra los ?cholos? que vienen desde la colonia J. Guadalupe Rodríguez; la gente se siente temerosa de que le quiebren los vidrios del carro, aseguraron los vecinos.

En las calles Lolita Cortez, pasando Teresa de Calcuta, también desde temprana hora se empiezan a reunir los pandilleros y en cualquier momento inician los pleitos, añadieron.

?La Policía Preventiva no ha cumplido; desde abril fuimos a la Dirección Municipal de Seguridad Pública y hablamos con el director y subdirector Roberto Bravo Ontiveros y Rafael Rosales Sida, respectivamente, quienes se comprometieron a mandar una patrulla a las 19:00 horas para evitar que sigan golpeando a los alumnos; sin embargo, no fueron constantes. De vez en cuando vienen los patrulleros a que les firme una hoja, nomás para que digan que sí vinieron, pero no hacen su labor, señaló el director de la Secundaria Estatal Juan Escutia, Víctor Lozano Murguía.

Dijo que ellos han tenido que salir a acompañar a los alumnos porque la vigilancia que prometió la Policía no ha sido eficiente, provocando que un estudiante de los que cursaba el tercer año dejara la escuela, pues su mamá no soportó que lo estuvieran golpeando a cada rato, informó.

?Ahora, ya van dos semanas de clases y ni un día ha pasado la patrulla; se han registrado pleitos entre las dos bandas y apedrean los vehículos y nomás nada?, agregó

Coemntó que en alguna ocasión fueron a dar un ciclo de pláticas con los padres de familia, en donde se pidió el apoyo de la ciudadanía para que denunciara los hechos sopechosos que vieran cercanos a la escuela; sin embargo, se cansaron de llamar y los policías nunca acudieron.

Aseguró que la Policía Preventiva descargó toda su responsabilidad en la vigilancia que hacían los padres de familia, pues ya no volvieron y no los apoyaban, produciendo la decepción de los ?vecinos vigilantes?.

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