EFE
LOS ÁNGELES, CAL.- Las Vegas, ?la ciudad que nunca duerme?, celebra hoy su primer centenario más noctámbula que nunca y todavía conocida como la capital del vicio, pero cada vez menos pecaminosa.
Pocas ciudades han evolucionado tanto en su primer siglo de vida, un comienzo marcado por la subasta, el 15 de mayo de 1905, de 45 hectáreas de terreno junto a la recién creada estación de tren.
Con anterioridad no era más que un oasis en el desierto, un terreno húmedo en medio de la solana de donde se quedó con su nombre español de vega, que acabó en Las Vegas.
Ahora es el paraíso de las gargantas sedientas, pero en busca de algo más que agua.
Tan sólo el pasado año la ciudad atrajo a 38 millones de viajeros, que se dejaron una media por pareja de dos mil 500 dólares, de los que, pese a la fama de sus casinos, tan sólo el 40 por ciento fue a las mesas de juego.
El resto forma parte de la resurrección de esta ciudad que lo ha probado todo, de ser una mera parada de tren a convertirse en el garito donde el juego, la prostitución y el alcohol eran legales.
A la búsqueda de una nueva identidad tras la caída de su época dorada de mafia, juego y dinero, Las Vegas incluso aspiró a convertirse en una nueva ?Disneylandia?, un destino vacacional para la familia.
Pero en la última década la ciudad se ha recuperado haciendo gala de lo que sabe hacer mejor: ser la capital lúdica de Estados Unidos.
?Somos mucho más que la capital del juego?, recuerda el alcalde de la urbe, Óscar Goodman.
El viajero puede disfrutar aquí del materialismo con mayúsculas, como ?martinis? a mil dólares, eso sí con el palillo de la aceituna incrustado en oro y diamantes.
La ciudad también se ha convertido en una de las principales capitales gastronómicas de Estados Unidos, donde las barras libres de todo lo que se quiera comer han sido sustituidas por hamburguesas de ?chef? a 60 dólares por cabeza.
Y para ser la ciudad que nunca duerme, su capacidad hotelera supera ya las 140 mil habitaciones y se espera que en cinco años llegue a las 200 mil. El pasado año la media de vacantes no superó el diez por ciento.
En este pozo de riqueza la celebración del primer centenario quiere ser todo menos modesta. Para empezar está ese pastel de cumpleaños de más de 59 toneladas de peso, como siempre en Las Vegas un nuevo récord mundial.
Otros actos se sucederán durante un año de celebraciones en recordatorio de algunos de los detalles por los que más se conoce a esta urbe.
Entre ellos está su fama como ?la meca de las bodas fugaces? y los divorcios aún más rápidos que plasmará la celebración el próximo junio de cien bodas simultáneas en la famosa Freemont Street.
En un festejo así tampoco podía faltar el recuerdo de Elvis Presley con el proyectado salto de los ?Flying Elvis?, un grupo de acróbatas especializados en tirarse en paracaídas pertrechados como el ?Rey del Rock? en sus mejores años.
O la música de Frank Sinatra y de su ?Rat Pack?, el sonido de esta ciudad cuando sabía a mafia y mujeres, reeditada en una serie de nueve discos titulada Las Vegas Centennial Records.
La única gran ausencia de esta celebración parece el juego.
¿Acaso la ciudad conocida por sus casinos se ha olvidado de la mera razón de su existencia?
La memoria se refresca con rapidez al recordar los seis mil 800 millones de dólares que anualmente ingresan las arcas de Las Vegas, gracias a los juegos de azar.
Sin embargo, cuando cumple su primer centenario, Las Vegas tiene una apuesta más segura en el mundo del espectáculo y llena sus escenarios con cantantes de primera fila, desde Celine Dion y Elton John hasta el propio Bob Dylan, o coreografías nunca vistas como la nueva obra del Circo del Sol, KA.
Son conciertos que pueden costar una media de 250 dólares por persona y que pese a estos exorbitantes precios lucen el cartel de ?no hay localidades?.