Crítica: 3 estrellas de 5
Por Max Rivera II
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- En un espacio de seis por seis metros donde sólo hay dos personas, es claro quién es tu enemigo. La belleza del box es su simplicidad. Dejando de lado los complejos sistemas de puntuación que sirven para llegar a decisiones técnicas (y abren también el camino a la tranza), la contundencia siempre será la mejor estrategia. No hay noqueado que gane.
La brutalidad del box es también la causa de la fascinación que ejerce en muchos de nosotros. Es la expresión más honesta de lo que verdaderamente deseamos hacer al adversario.
El box, a semejanza del futbol, ha sido tradicionalmente refugio de las clases bajas. Una de las pocas vías de acceso a la fortuna que no pasa necesariamente por el narcotráfico. Y aunque aquí en la región, como moda quizá, el deporte ha sido adoptado por chicos y chicas nice, su origen y destino seguirá en la barriada. El box es de Pepe El Toro, no de Pepe Le Peu. No son aerobics, son fregazos.
El Luchador es la historia real de James J. Braddock, interpretado por Russel Crowe, un boxeador que conoció tiempos de gloria antes de la gran depresión y tuvo la mala suerte de perder un par de peleas decisivas justo en el momento en que se desataba el desastre económico. Para que lo entendamos mejor, es como si hubiera contraído una deuda en dólares en noviembre de 1994.
Braddock y su familia pasaron de una cómoda posición económica, en la que disfrutaban casa con dos jardines, auto y vacaciones, a la más horripilante de las miserias, donde hasta una rebanada de mortadela es un lujo. Las escenas que describen la pobreza de la familia de Braddock son desesperantes, y a quienes desconozcan la historia de la depresión norteamericana les resultaran tan increíbles como las imágenes que llegan hoy desde Nueva Orleáns.
Pero Braddock es un buen tipo, y aguanta vara con una decencia que a algunos también encontrarán desesperante. Mientras su familia padece hambre y frío, el ex boxeador se comporta de una manera que pondría orgulloso a Santiago Creel cuando era secretario de gobernación, como el niño del spot que mira con angustia una pieza de pan dulce en la vidriera, y por patriotismo y respeto a la gobernabilidad se contiene de tomarlo.
La paciencia del luchador será recompensada. De manera fortuita le llega la oportunidad para pelear contra un boxeador que va en ascenso. Braddock va a al encuentro en calidad de bulto, sin que nadie, salvo su manager, le conceda la más mínima oportunidad de triunfo. El resultado de esa pelea será una sorpresa para todos, y abrirá el camino para otros encuentros, cada vez más difíciles, cada vez más heróicos.
El luchador es una cinta de box convencional, de excelente realización y muy entretenida. Pensé que podría colocarse junto a otras memorables cintas sobre pugilistas, pero me di cuenta que no se parece a ninguna de las obras maestras que sobre el deporte de los golpes se han hecho.
No se trata sobre la autodestrucción subyacente en los boxeadores, como la insuperable Toro Salvaje. Tampoco es sobre el amor y la pérdida como Million Dollar Baby. Ni siquiera es su tema el rescate de la autoestima a niveles realistas, como la primera Rocky (muchos no recuerdan que Rocky Balboa pierde en la primera cinta). El Luchador se parece más a El Karate Kid, que es un también un clásico, pero en una división menor, digamos peso pluma.
La historia de la superación de un individuo siempre será motivo de inspiración, pero cuando el contexto es el sufrimiento generalizado y el escalador logra elevarse en base a talentos extraordinarios, deja de ser útil. Nuestra cultura, basada en el reconocimiento a los talentos únicos y el éxito individual, es sumamente cruel con los mediocres, los estúpidos o aquellos que tenemos poco que ofrecer, que somos la mayoría.
Por eso James Braddock ha caído en el olvido y Mohamed Alí no. Por la diferencia que existe entre inspirar y representar. Entre ser un ídolo y ser un líder.
Director: Ron Howard.
Guión: Cliff Hollingsworth y Akiva Goldsman.
Productores: Brian Grazer, Ron Howard y Penny Marshall.
Actores: Russell Crowe, Renée Zellweger, Paul Giamatti, Craig Bierko.