El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Es muy interesante que Hollywoood cuente historias reales sobre personas que en verdad existieron y que exaltan los valores y la superación personal, muchas de estas historias terminan siendo premiadas y acogidas por el público en general, lo malo viene cuando se hacen estas cintas pretendiendo eso desde un principio.
Esto ocurre con El Luchador, una historia basada en un hecho real y que reúne de nueva cuenta al director y al actor responsables de que Una Mente Brillante tuviera el éxito que tuvo, ellos son: Ron Howard (Marea de Fuego, Apolo 13, El Grinch) y Russell Crowe (Los Ángeles al Desnudo, El Informante, Gladiador) respectivamente, esta pareja de actor- director se volvieron a juntar para contar la historia de James J. Braddock, un boxeador de la época de la depresión que más que ganar el título de campeón en aquellos años su valía consiste en su constante lucha para mantener a su familia.
La historia es inspiradora desde el lado que se vea y entristece y envuelve a su público, pero su defecto recae en que parece estar hecha con ese motivo en específico, lo que le quita su valor y la vuelve una película poco honesta, aunque su factura es muy buena y la actuación de Russell Crowe y de Paul Giamatti se llevan el filme, el hecho de querer arrancar lágrimas a toda costa no la deja crecer como debería.
El protagonista, como ya dije, es James Braddock (Russell Crowe), quien durante la segunda década del Siglo XX tuvo una próspera carrera como boxeador, hasta que una fractura en la mano derecha lo obliga a retirarse del deporte, justo al inicio de la Gran Depresión Económica de 1929.
Entonces, para mantener a su esposa Mae (Reneé Zellweger) y a sus tres hijos, Braddock tiene que buscar empleo en los muelles como cargador. Las cosas no van muy bien, y eventualmente se encuentra en una situación desesperada. Afortunadamente Joe Gould (Paul Giamatti), su fiel manejador, consigue una pelea de relleno y, para sorpresa de todos, Braddock gana. Así comienza su recuperación, tanto económica como personal.
Pero su fugaz éxito podría terminar en tragedia, cuando acepta una pelea contra Max Baer (Craig Bierko), el feroz campeón de peso pesado, que ya ha matado a dos contrincantes en el ring. No obstante, Braddock necesita el dinero, y acepta aún contra los deseos de su esposa. Entonces, la cuestión ya no es ganar la pelea, sino sobrevivir.
El atractivo principal de esta historia está en la consabida redención de alguien que parecía un perdedor, pero que logra superarse gracias a su indomable espíritu y tenacidad (¿alguien se acordó de Rocky?.. sólo que esta es una historia verdadera). Pero, así de cliché como suenan esas frases, también lo es la película misma. Claro, está bien escrita y excelentemente filmada, pero lo que no se puede negar es que cumple su propósito de emocionar y distraer al público con una historia edificante durante más de dos horas, aunque todo sea un truco para llevarnos al sentimentalismo puro.
Así como podemos encontrar fórmulas bien conocidas y repetidas en otros géneros (horror, comedia romántica, acción, etc.), los convencionalismos de estos dramas pseudo-históricos se sienten tan cansados y artificiales que es difícil tomarlos en serio. Y no digo esto como ataque al auténtico James Braddock, quien seguramente tuvo una vida fascinante, sino como denuncia contra los cineastas que toman fáciles historias de triunfo y las transforman en baratas fábulas para rápido consumo del público de todo el mundo, aparentando profundidad y valor intelectual que no tienen.
A pesar de todo esto lo más seguro es que esta cinta alcance múltiples nominaciones al Oscar en la próxima entrega y también generará dinero suficiente para que a los productores les haya resultado redituable contar esta historia (aunque en Estados Unidos no tuvo el éxito que se esperaba, pero lo más seguro es que en los demás países si lo tenga) y esto no genera más que nuevas películas con esta factura sentimentaloide que van encauzadas a ganar dinero y premios, aunque no sean honestas.
En conclusión, no digo que El Luchador sea mala. Todo lo contrario; las actuaciones son buenas, con Russell Crowe entregando uno de sus característicos trabajos, llenos de detalle y realismo.
La dirección de Ron Howard es muy buena, particularmente en las escenas de boxeo, que no buscan enfatizar la violencia del deporte, sino el conflicto interno de los contrincantes. Y la ambientación es simplemente perfecta, reflejando vívidamente la pobreza urbana de la época.
Pero por buenos que sean sus elementos técnicos, no se puede ignorar que la narrativa es demasiado manipuladora y fingida, para el espectador promedio resultara un filme inspirador y sumamente edificante, para los espectadores más exigentes puede llegar a ser demasiado trillada y sentimental.
Título original: Cinderella Man.
Elenco: Russell Crowe, Renée Zellweger, Paul Giamatti, Craig Bierko, Bruce McGill.
Director: Ron Howard.
Calificación: *** 1/2
En dos palabras: trillada y sentimental.
Mínimo * Máximo*****
