El Siglo de Torreon
TORREÓN, COAH.- Primero: Tiene que ser fanático de la ciencia ficción. Como verdadero fanático, usted es capaz de recibir las más descabelladas propuestas con una mezcla exacta de paciencia e indulgencia. Quienes tenemos debilidad por el género somos capaces de transitar por hojas y hojas de basura en busca de una joya escondida.
Segundo: Tiene que poseer un alto sentido de la autocrítica. Es decir, la capacidad de verse a sí mismo de la misma manera despiadada en que lo ven los demás. La autocrítica acompañada de un saludable sentido del humor le permitirá reírse a sus anchas de la fuente de humor involuntario más generosa, constante y accesible que existe, usted mismo, yo mismo, nosotros mismos.
Tercero: Tiene que apreciar el humor inglés. No me refiero a Benny Hill ni a Mr. Bean, que usted acertadamente identificó como humoristas ingleses. Me refiero al grupo Monthy Phyton, prácticamente desconocido en México. Es un tipo de comedia muy diferente y de la que los ingleses sí se sienten orgullosos. No es fácil definir la vena de los Phyton, pero lo voy a intertar: es un humor tan inteligente que le gusta pasar por tonto. Es tan maduro que le gusta pasar por infantil. Es tan fino que le gusta pasar por vulgar.
Cuarto: No puede tomarse muy a pecho la postura antropocéntrica que tienen la mayoría de las religiones. Ya sabe, el asunto del ?Hombre es el Rey de la Creación?, o el ?Hecho a Su Imagen y Semejanza?, en fin, todo aquello que entra en conflicto con la posibilidad de que existan extraterrestres con tecnología superior a la nuestra.
Quinto: Ayuda mucho tener un conocimiento anterior de los libros de la serie The Hitchhiker?s Guide to the Galaxy de Douglas Adams, o las adaptaciones hechas para la radio o la televisión inglesa. Como esto es poco probable, bástenos saber que es material muy popular en su país de origen, con multitud de celosos adeptos.
La falla en uno o más de los puntos anteriores, resultará en una progresiva falta de comprensión, incomodidad, molestia y hasta odio hacia lo que está pasando en la pantalla.
Por otro lado, si usted llena el perfil, es casi seguro que disfrutará la historia de cómo fue destruido el planeta tierra, con casi todos sus engreídos habitantes, porque estorbaba el paso de una nueva autopista intergaláctica. De la hecatombe sólo se salvan el empleado de una estación de radio inglesa y la mujer que pudo ser su novia. El hombre es rescatado por un amigo suyo que fingía ser terrícola, pero en realidad es un viajero de aventón espacial, y la chica fue seducida en una fiesta por el presidente de la Galaxia en persona. Si usted no cumple con cuatro o cinco puntos, le sugiero que deje de leer, porque la cosa se pone peor y ya siento su mirada pesada sobre los renglones.
En la película conoceremos buena parte de la fauna y culturas de los cinco libros de Adams, con fidelidad que dejó satisfecha a la mayoría de lectores de la serie. Se roban la cinta Sam Rockwell, que interpreta al descerebrado presidente de la Galaxia y los Vogones, horripilantes y enormes criaturas con alto sentido de la burocracia.
La película no está del todo lograda. Se nota que busca comprimir muchísima información en poco tiempo. Algunos de los chistes son llanamente tontos, sin inteligencia ni nada detrás y muchas cosas que necesitan explicación son apuradas o simplemente obviadas. Además, por alguna extraña razón, la narración viene en español, mientras el resto de la cinta está en ingles. Como si las distribuidoras sintieran que hacía falta agregarle rareza a la cinta. Cinco puntos de por medio, y con todo y errores, resulta divertida y diferente. Y diferente es bueno.
Al principio le hablé de buscar la joya entre la basura. La Guía del Viajero Intergaláctico tiene su joya en una secuencia tierna y extrañamente hermosa, que llega cuando un contratista y diseñador de planetas le muestra al héroe de la cinta un Planeta Tierra de repuesto encargado por clientes misteriosos. Se trata de un recorrido vertiginoso por las maravillas naturales de nuestra casa, que al verlas así, como encargo y trabajo de un comité, se sienten más pequeñas, pero también más cercanas.
Ahora se me ocurre una mejor manera de definir este humor inglés. Se trata de un estado mental en donde se es consciente de las propias debilidades, y la defensa es actuar con desparpajo. Se van intuyendo las infinitas posibilidades de la mente y se descubre que su mejor uso es desperdiciarla. Ante las incongruencias e hipocresía de la cultura, se desafían sus convenciones mientras se finge seguirlas. Cuando se va descubriendo la belleza y perfección del cuerpo, una espinilla en la nariz lo vuelve ridículo. Así es este humor inglés, así es la adolescencia.
Director: Garth Jennings.
Guión: Douglas Adams y Karey Kirkpatrick.
Productores: Gary Barber, Roger Birnbaum, Jonathan Glickman, Nick Goldsmith y Jay Roach.
Efectos: Paul Dunn.
Música: Joby Talbot.
Edición: Niven Howie.
Actores: Sam Rockwell, Anna Chancellor, Warwick Davis, Mos Def, John Malkovich, Stephen Fry, Richard Griffiths.
Calificación: Tres estrellas de cinco