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Cinecrítica / Historias en la cocina: es un platillo delicado

Por Max Rivera II

El Siglo de Torreón

Torreón, Coah.- Historias en la Cocina es una cálida película sueca que estudia con agudeza la conducta humana, usando como pretexto precisamente eso, un estudio sobre la conducta humana. Pero a diferencia de los densos rollos psicológicos de se avienta Igmar Bergman, el famoso director sueco, esta cinta, dirigida por Bent Hamer, avanza con ligereza y sin miedo al inevitable sentimentalismo que surge cuando se retrata la soledad de la gente.

Durante la época de la posguerra, el gobierno sueco realizó un estudio para medir los desplazamientos de las mujeres en la cocina, para luego proponer mejoras en la distribución de los muebles y utensilios. Historias en la Cocina narra la segunda fase del estudio sueco, que ahora se enfocaría en registrar los movimientos de los hombres solteros en la habitación que se supone es el corazón de los hogares, más que su estómago.

La ergonomía era entonces una técnica naciente que había sido aplicada primero en las fábricas y la guerra, aunque se concluyó rápidamente que su principio básico, que es el adaptar las máquinas para que su manejo esté en armonía con las proporciones del ser humano, es aplicable a cualquier actividad.

Hago aquí un pequeño paréntesis personal: gracias a los avances ergonómicos puedo escribir esto sin dolor. Mi desordenado cliqueo con el mouse provocó que se inflamara el túnel carpiano en mi muñeca, provocándome unos dolores espantosos. El ratón que ahora uso parece más una palanca que un roedor, y me permite cliquearlo todo el día si quiero. Moraleja: la misma ciencia que estuvo a punto de destruirme, me salvó. En fin, aunque la ergonomía como concepto es nuevo, su aplicación tiene miles de años, si así no fuera, ahora estaríamos abrochándonos la camisa por la espalda.

Volviendo a la cinta: la técnica del estudio sueco es la observación directa. Y como nos encontramos en un tiempo anterior a las camaritas de video, las observaciones se hacen en persona, por un tipo sentado en una banca alta haciendo diagramas mientras el observado se desplaza de un lado de la cocina a otro. Los investigadores se desplazan a una región de su vecina Finlandia, a un poblado que se caracteriza por su gran cantidad de solterones. Son hombres rústicos, no se imagine usted otra cosa, curtidos por el horripilante clima helado y las labores manuales.

Las condiciones del estudio son rigurosas: Los investigadores pernoctarán en un remolque y durante todo el día se instalaran en su rincón, silenciosos. No deben tener contacto con el estudiado. No se le puede hablar, ni aceptarle u ofrecerle comida o ayuda. Estos requisitos, que en la mesa del científico o el burócrata parecerán lo justo y necesario, en la práctica resultan imposibles y ridículas.

Los dos personajes principales de la cinta son un investigador modoso y un estudiado reticente, que además se siente engañado, porque a los voluntarios del estudio se les ofreció como recompensa un caballo, que resultó ser una figurita de madera en lugar de un equino resoplante. Este malentendido, que de entrada parece cómico, se vuelve enternecedor cuando empezamos a conocer la historia del viejo finlandés. Así funcionan también muchos elementos de la cinta, que durante la primera mitad es una danza silenciosa (y muy graciosa) entre observador y observado.

La segunda mitad es la crónica de una amistad que nace en forma natural entre dos hombres solitarios. Las reglas del estudio van importando cada vez menos ante el peso de la convivencia, y uno se pregunta cuántas cosas funcionan así, dando la apariencia de objetividad científica cuando por fuerza están contaminadas por la urgente necesidad de sentirnos cerca de otros seres humanos.

El verdadero tema de Historias en la Cocina es la soledad, esa eterna compañera a la que no nos gusta reconocer, y nos hace buscar la amistad, e incluso el amor, en las personas que la casualidad va poniéndonos enfrente. La verdad es que no somos selectivos en absoluto, y de entre apenas un puñado de gente hemos de elegir a los compañeros de nuestra vida. Porque sabemos, sin necesidad de estudios ergonómicos, que lo que mejor se acopla a una mano es la mano de alguien más.

Título original: Psalmer Från Köket.

Dirección: Bent Hamer.

Elenco: Joachim Calmeyer, Tomas Norstrom, Bjorn Floberg.

Año: 2003.

País: Noruega/ Suecia.

Crítica. 4 estrellas de 5.

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