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Cinecrítica / Importa ?la caída?, pero sobre todo... que no se levanten

Max Rivera II

4 Estrellas De 5

Imagínese en un partido de la final del torneo de futbol, en un juego del Santos contra algún adversario odioso? el América, digamos. Cuando cae el primer gol del Santos, el estadio entero se levanta en una sola exclamación de liberador frenesí. Usted se abraza con quién tenga al lado y felices se gritan el gol a la cara. Luego de quince o veinte segundos de festejo, el público empieza a sentarse. Pero unas filas más arriba hay un tipo que sigue gritando, con los ojos desorbitados, como si el gol siguiera ocurriendo.

Primero le hace gracia, pero el tiempo pasa y el tipo continúa igual, en una celebración desproporcionada que ya no causa simpatía, sino alarma. La gente que está a su alrededor se aleja lentamente. Finalmente llega la Policía y se lo lleva a rastras. La tranquilidad vuelve a la tribuna. El loco se fue.

Porque era un loco, de eso no cabe duda. Nos fue fácil reconocerlo cuando quedó en solitario desfiguro.

Pero no podíamos distinguirlo cuando gritaban todos.

La posibilidad de que se repita el fenómeno del nazismo siempre está latente. Como el meteorólogo observa los vientos en las fotos satelitales, en las noticias podemos vislumbrar la aparición de los ingredientes en diferentes partes del mundo, a veces casi obteniendo la mezcla precisa. Por eso las denuncias al nazismo nunca serán suficientes.

La Caída es la primera cinta alemana que narra detalladamente los últimos días de Hitler y su Gabinete. No creo estarle arruinando la película si le revelo que al final pierden la guerra y muchos de ellos se suicidan. Lo importante es recorrer ese camino con ellos, disfrutando, por que no, de cada fracaso y revés que sufren. La representación de Berlín destruida es muy convincente, aunque se extrañan un poquito las imágenes de lugares reconocibles y batallas que unos cuantos millones de dólares en efectos digitales habrían podido comprar. El tema lo ameritaba.

El conocimiento previo, o la posterior consulta a los libros de historia son indispensables. Vista de una manera aislada, la cinta carece del contexto adecuado. De alguna manera es como La Pasión, la cinta de Mel Gibson sobre la crucifixión de Cristo, que sin el conocimiento del mensaje o la creencia en la divinidad del Nazareno, es solo la descripción de una golpiza.

Al ver a Hitler, en la estupenda interpretación de Bruno Ganz, portarse como un abuelito cansado durante buena parte de la cinta, se diría que el director Oliver Hirschbiegel cae en el error de humanizar al monstruo. Pero no es así. El verdadero error sería retratar como puro monstruo al humano, para pintar cómodamente nuestra raya, como si Hitler fuera un extraterrestre y no compartiéramos con él ni un solo átomo.

El ascenso de los Nazis al poder sólo se explica con la unión de voluntades. Alrededor del psicópata se encontraba gente dispuesta a seguirlo, y oportunistas dispuestos a utilizarlo. Durante los últimos días en el bunker, muchos de sus generales se miran entre sí con incredulidad, al oír las órdenes disparatadas del Hitler decadente. Algo de redención alcanzarían si lo hubieran reconocido antes, cuando todo el estadio festejaba el gol.

Muy interesante es el retrato que la cinta hace de Goebbels, el ministro de propaganda. Los estudiosos de la mercadotecnia y la publicidad han querido encontrar en él una especie de genio de la manipulación, una inteligencia superior que movía los hilos del pueblo con maquiavélica habilidad. La película lo muestra como un tonto, un fanático más convencido que los que logró convencer.

La Caída está vista, en parte al menos, a través de los ojos de la que fuera la última secretaria de Hitler, y de cuyas memorias se incluyeron detalles. El defecto de la cinta, para los espectadores que necesiten identificarse con un personaje para seguir la historia, es que no hay para donde hacerse. La secretaria es una ingenua que se la pasa con mirada de ratón asustado. Los demás son dementes. Sólo nos queda observar desde la omniscencia y aprender. Aprender. Aprender.

Esta secretaria, Traudl Junge, aparece ya anciana al final de la cinta. Se recrimina el haber sido ignorante de las atrocidades cometidas por sus patrones, y reconoce que la juventud no es un pretexto, que debió investigar para saber más. Es un momento tan impresionante como la reconstrucción de los hechos, si no es que más.

No hay excusa para dejar que pasen las cosas. Para mucha gente es impactante saber que los Nazis eran cristianos. Son incontables las maneras en que traicionaron su fe, violando cada mandamiento. Incontables fueron también los cómplices, porque entre los pecados capitales hay una trampa para quienes prefieren mirar a otro lado, el pecado de omisión.

La Caída es una cinta que debería mostrarse en las escuelas, junto con un manual para reconocer la intolerancia, la xenofobia y los prejuicios raciales. Que identifiquen a los líderes que se valen del miedo para azuzar, o a los que se sienten dueños de la verdad absoluta. Creo que esos son algunas de las puertas de entrada del nazismo, o de cualquier dictadura. Si usted cree que son otras, lo respeto. Reconozco que puedo estar equivocado, y en eso tengo toda la razón.

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