Por Max Rivera II
El Siglo de Torreón
Torreón, Coah.- No hace muchos años George Lucas nos sorprendió con la genial idea de retomar la historia de La Guerra de las Galaxias por lo que supuestamente era el principio, aprovechando que la primera cinta (por un chiripazo, estoy seguro) iniciaba como el Episodio IV. Los fanáticos desaforados de la saga se estremecieron de incredulidad y placer, y casi en ese instante se lanzaron a hacer fila frente a la taquilla del multiplex más cercano.
Yo también sentí ese estremecimiento, aunque en menor medida. En ningún momento consideré acampar afuera de un cine, pero buscaba con avidez los avances en televisión e Internet. Le comenté el suceso a mi esposa, que respondió con curiosidad y un deseo moderado de ver la cinta.
Tenemos aquí tres temperaturas diferentes. Los tres grados de atracción distintos que han mantenido girando por seis películas, e infinidad de subproductos, el universo en que se libra la guerra de las estrellas.
El primer grupo ha creado y sostenido un mito, un culto basado en el amor ciego. El segundo, al que pertenezco, se ha mantenido fiel en las buenas y en las malas, honrando el compromiso asumido en la infancia. El tercer grupo simplemente prefiere estas cintas sobre otras al momento de elegir títulos frente a la marquesina. Pero no los despreciemos, compañeros de los primeros grupos, son ellos, la mayoría, quienes han aportado el grueso de la taquilla que permitió seguir haciendo los episodios.
Volvamos a 1999. Al salir de la sala donde vimos La Amenaza Fantasma, el Episodio I, mi mujer me preguntó qué me había parecido. ?Buena?, mentí. ?A mí, apenas divertida?, dijo ella. ?Mmm?, contesté, fingiendo indiferencia. Mientras caminábamos rumbo al carro y le comentaba la maestría con que se integraron los efectos digitales con la acción real, traté de ocultar la verdad: tenía el corazón roto. Lucas me había traicionado. La cinta era un bodrio.
Qué diferente era esa noche de aquella de 1978, cuando mi hermano y yo, de la mano de papá y mamá, reconstruíamos a gritos las escenas recién vistas, los ojos desorbitados mientras en la mente repetíamos el espectáculo increíble, una y otra vez. Y también qué distinta a la de hace un par de noches. Cuando Lucas se reivindicó con una excelente Venganza de los Sith.
¿Para quién están hechas las películas de La Guerra de las Galaxias? Son para niños, de eso no hay duda. Pre-adolescentes, si acaso. Mientras más se conserve el espectador en esa edad, física o mentalmente, mayor será su disfrute. La ingenuidad es un ingrediente esencial de la doble trilogía. Sus historias de amor son torpes, su violencia es caricaturezca y el culto a La Fuerza es un panteísmo elemental, salpicado de preceptos religiosos orientales.
Con los años, sólo su visión política ha parecido amargarse, y esto sólo será notable para los niños que muestren un interés inusual en los aspectos más tristes de la vida real. Llego aquí a mi conclusión: la saga encontró sus peores momentos cuando se dedicó a buscar el asombro por el asombro en sí, aventando billetes a la pantalla. O buscando la risa fácil de los niños tontos. Y logró sus mejores momentos cuando la aventura retomó el espíritu humilde de las Space Operas, los seriales y matinés que Lucas vio en su infancia. O cuando el drama de la traición, la separación y la pérdida provocó genuina angustia en los niños melancólicos.
Estoy por terminar y apenas he hablado de La Venganza de los Sith. Sólo diré que ahora mi trilogía está completa, y puedo desechar tranquilamente los episodios III, IV y V. La saga es en realidad la historia de Darth Vader. El largo camino a la humanización del monstruo por la vía de la tragedia. Incluso, cuando Anakin sufre su transformación final y nace Vader, camina como Frankenstein, el más humano de todos los monstruos (al Emperador sólo le falta gritar ¡It?s Alive!).
Me es imposible escribir con total objetividad de la cinta. Es casi como juzgar a tus padres. Los Skywalker están en mis primeros recuerdos, como una foto de familia, y son parte esencial de los motivos por los que amo al cine. No le estoy cantando loas a un fenómeno mercantil, eso sería estúpido. Sólo estoy tratando de explicarme por qué siento lo que siento, tratando de encontrar las raíces en el corazón del niño que ya no soy, en los ojos del espectador inocente que ya no reconozco.
Director: George Lucas.
Guión: George Lucas.
Música: John Williams.
Actores: Ewan McGregor, Natalie Portman, Hayden Christensen, Ian McDiarmid, Samuel L. Jackson, Jimmy Smits, Christopher Lee, Frank Oz.
Año:1995.
Calificación: 4 de 5